Por Noemí Galbán
LA HABANA, 11 ene (Xinhua) -- Los supuestos "ataques acústicos" contra diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos en Cuba, que sirvieron de justificación al presidente Donald Trump para endurecer su política, se desvanecen con el paso de los días, afirmó un analista cubano.
La teoría sobre los supuestos "ataques acústicos" demuestra que más allá de la fábula, predominó la excusa precisa para avivar la confrontación entre ambos países.
En entrevista con Xinhua, el analista cubano en temas internacionales, Jesús Arboleya, consideró que dicha teoría tiene como origen cuestiones de índole doméstica y responde más a conveniencias coyunturales del mandatario estadounidense.
"Si esto ha ocurrido es porque (Trump) está tratando de complacer a un sector de la derecha cubano-americana que él necesita, sobre todo por su presencia en el Congreso y porque se trata de una administración muy débil, con muy pocos puntos de apoyo que hace aguas todos los días", afirmó el experto.
Tal conclusión tiene su fundamento en la recién celebrada audiencia en el Subcomité del hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, organizada por el senador republicado de Florida, Marco Rubio, y copresidida por el demócrata de Nueva Jersey, Robert Menéndez, el 9 de enero último.
Ambos, impulsores del cambio de política hacia Cuba y promotores del actual distanciamiento entre ambos países, convocaron al secretario adjunto para los Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, Francisco Palmieri, quien responsabilizó al gobierno caribeño por los "ataques" sufridos por una veintena de diplomáticos.
La reacción de La Habana fue inmediata y el pasado martes Josefina Vidal, directora general para Estados Unidos de la cancillería cubana, consideró "inaceptables" esas declaraciones por tratarse de "una acusación infundada", carente de evidencias y rechazó la politización" del caso, cuyo propósito es "agravar el clima bilateral".
Según Arboleya, la postura del gobierno de La Habana siempre ha sido coherente con respecto a Washington, porque no responde a presiones de determinados grupos o círculos de poder ni a circunstancias políticas.
Sin embargo, el también profesor del Instituto Superior de Relaciones Internacionales de Cuba, reconoció que algo muy distinto ocurre con Estados Unidos.
"La lógica indica que en algún momento esa política (confrontación) tendrá que modificarse porque no tiene asidero. Ahora ¿cuándo va suceder esto? ¿Si tenemos que esperar a que pase Donald Trump o si el propio Trump va a hacer esos cambios un día por conveniencia política igual? Esas son interrogantes que todos tenemos", apuntó.
Mientras tanto, el "pretexto" que sirvió de sustento al retroceso en las relaciones bilaterales se debilita ante la escasez de evidencias en una historia que nunca tuvo fundamento sólido, afirmó el analista.
Recientemente el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) informó que sus pesquisas al respecto no han arrojado pruebas sobre el agente responsable de las afectaciones de salud (supuestos mareos, migraña, pérdida de la audición y lesiones cerebrales leves) reportadas por los diplomáticos.
Por su parte, el director de Asuntos de Servicios Médicos del Departamento de Estado de Estados Unidos, doctor Charles Rosenfarb, indicó que hay múltiples síntomas que no son atribuibles a una causa específica.
En tanto, el director adjunto de Programas Internacionales del Buró de Seguridad Diplomática, Todd Brown, explicó que los expertos no han podido identificar la causa ni el perpetrador de los supuestos ataques.
"Desde mi punto de vista, todo esto es desmontable. La esencia del problema de los supuestos ataques sónicos no es causa de la política hacia Cuba, sino una excusa mal inventada para justificarla y mañana puede haber otra excusa", alertó Arboleya.
Luego de un efímero pero esperanzador acercamiento durante la administración del ex presidente Barack Obama, a sólo unos meses de asumir su cargo en la Casa Blanca, en enero de 2017, el republicano Donald Trump ordenó la expulsión de dos funcionarios cubanos de la misión en Washington.
El 9 de agosto del pasado año, el Departamento de Estado informó sobre dolencias denunciadas por diplomáticos estadounidenses de servicio en Cuba, producto de "incidentes" hasta ese momento desconocidos.
Ese anuncio marcó el retroceso en las relaciones bilaterales de dos naciones que por más de medio siglo se han enfrentado, debido a las desavenencias políticas y la falta de voluntad por parte de Estados Unidos para limar asperezas y superar antiguas rencillas.
De manera intempestiva se adoptaron medidas, como el retiro del 60 por ciento del personal de la Embajada de Estados Unidos en Cuba y suspender el otorgamiento de visas a los ciudadanos caribeños interesados en viajar a Estados Unidos, o en trámites para reunirse con sus familiares residentes en esa nación.
De igual forma se congeló el proceso de negociación en curso para favorecer el intercambio económico y comercial entre ambos Estados y decretar una alerta para impedir que los norteamericanos visiten la isla.
Estas decisiones son consideradas por el gobierno de La Habana como "precipitadas e injustificadas", mientras que para Arboleya obedecen a una agenda política mantenida a lo largo de los años por grupos ultraderechistas de origen cubano que privilegian la confrontación e ignoran las consecuencias. Fin