SHENZHEN, 1 ene (Xinhua) -- Mientras muchos padres chinos empujan a sus niños hacia el duro ambiente orientado a los exámenes del sistema de escuelas urbanas de China, Yun Xiang ha dejado la ciudad por el campo, determinada a criar a su hijo en los brazos de la naturaleza.
Yun Xiang y su marido dejaron sus trabajos en Beijing hace dos años y se asentaron a los pies de las montañas Wutong, en los suburbios de la ciudad meridional china de Shenzhen, con su hijo de cinco años.
"Queríamos que nuestro hijo estuviera cerca de la naturaleza, y oímos que aquí había muy buenas escuelas", comenta ella.
Su hijo Dou Dou entró en una escuela privada que se basa en la teoría de la educación alemana Waldorf, que enfatiza la naturaleza y las artes.
En la guardería, Dou Dou pasa mucho tiempo fuera de las aulas. Él aprende cómo hacer bolígrafos con cera de abeja, y cómo cocinar pan con un relleno de pasta de judía roja.
Dou Dou ha entrado ahora en la sección de educación primaria de la escuela. No tiene libros de texto y se le alienta a que cree sus propios libros de textos escribiendo lo que ha aprendido en clase.
Además de la escuela construida sobre la base de la filosofía educativa occidental, las montañas Wutong también han visto la emergencia de Sishus, o escuelas privadas, que son gestionadas normalmente por familias y que enseñan principalmente los clásicos chinos tradicionales.
Zhang Zhonghe, un antiguo pintor, ahora gestiona un Sishu en las montañas. Además de los clásicos confucianos, sus estudiantes también aprenden artes como la caligrafía, la pintura tradicional china y el boxeo de sombras chino.
"Confucio señaló que ´un hombre cultivado no es una herramienta´. Los niños no deberían ser educados de una manera uniforme, y se les debería permitir realizar sus diferentes potenciales", destaca Zhang.
Hay una docena de Sishus en las montañas, muchos de ellos a pequeña escala, con una docena o menos de estudiantes.
Qiu Ying alquila su casa en el centro de Shenzhen y envía a su hija de cinco años a un Sishu en las montañas Wutong. Qiu trabaja en una compañía de comercio exterior en la ciudad y gasta cerca de dos horas diarias para moverse por transporte urbano en la ciudad cada día.
"Estar cerca de la naturaleza es una experiencia valiosa para los niños", resalta.
Más y más padres con la misma idea se reúnen en las montañas Wutong, donde se ha formado una comunidad educativa de 160 hogares. Los padres mantienen un estrecho contacto con los otros y se involucran de manera activa en las actividades de la escuela.
Yun Xiang señala que recientemente para ayudar a los niños a las actividades de escalada en la montaña todos los miércoles, algunos de los padres han construido un puente de madera de ocho metros de largo sobre una valle.
"La mejor educación para los niños es inspirarles a seguir su propio camino y enseñarles lo que quieren aprender", agrega.
Sun Yunxiao, un experto del centro de investigación de la Juventud e Infancia de China, manifiesta que estas escuelas son una buena prueba para los padres en aras de experimentar con diferentes formas de educación, pero también destaca la importancia de la supervisión gubernamental para asegurar la calidad de la educación.