De los 110 hogares de Kangxian, en más de 20 familias hay esposos que no han nacido en Gansu.
"Algunos de ellos vinieron aquí y se casaron antes de la fundación de la República Popular de China porque no querían ser reclutados por el ejército nacionalista", precisa Li, presidente de la Federación de Círculos Literarios y Artísticos de Kangxian.
La tradición podría estar relacionada con el aislamiento y la derrota de la Rebelión Taiping (1850-64) durante la dinastía Qing (1644-1911), uno de los más grandes levantamientos campesinos de la historia china.
Kangxian, en la frontera de Sichuan y Shaanxi, se encuentra en las profundidades de las montañas. La agricultura es un arduo trabajo laborioso en las agrestes condiciones naturales del lugar. Se hizo necesaria la afluencia de hombres de otras zonas para asegurar la supervivencia de las familias locales.
También algunos lugareños afirman que la tradición tiene sus raíces en la citada derrota militar. Para evitar ser capturados y ejecutados, se piensa que algunos de los supervivientes escaparon y se escondieron. Para camuflarse, muchos decidieron casarse con lugareñas y hacerse llamar por el apellido de la familia de su esposa.
"Las mujeres mandan" tuvo su apogeo antes de que se fundara la República Popular China, pero los recientes cambios sociales han influido en contra de la fuerza y presencia tradicionales.
"Hasta finales de la década del 1970, las mujeres eran las que tenían el control de la familia", detalla Li. "Durante los banquetes, siempre ellas se sentaban en los lugares más valorados. Y si un matrimonio fracasaba, se quedaban con la mayor parte de la propiedad".
En los últimos años, debido al programa de urbanización de China, muchos jóvenes se han trasladado a las grandes ciudades, debilitando más aún la añeja costumbre.
"En el pasado, era obligatorio que los novios al casarse asumieran el apellido de la familia de su esposa, pero en los últimos años esta práctica ya se considera un acto voluntario", concluyó Li.