Por Elena Chuquimarca
QUITO, 23 dic (Xinhua) -- Un ambiente de recogimiento y reflexión se vivirá esta Navidad en los hogares de muchos ecuatorianos, cuya vida cambió tras el devastador terremoto del pasado 16 de abril.
A vísperas de Navidad y a poco más de ocho meses de la tragedia, las vivencias siguen latentes en la memoria de quienes perdieron familiares y quienes volvieron a la vida tras ser rescatados de entre los escombros.
Es el caso de Ondina Rojas, de 34 años, sobreviviente, quien expresó a Xinhua que más que una celebración navideña, será una época de reflexión.
"Esta Navidad no será la misma, el terremoto nos cambió la vida", señaló la mujer con voz entrecortada.
Padres, madres, hijos, nietos, primos, sobrinos, fueron parte de las 673 víctimas mortales del terremoto de magnitud 7,8 Richter, la peor catástrofe que vivió el país en los últimos 70 años.
La tristeza por la partida de los seres queridos es notoria en la población de Manabí y Esmeraldas, las provincias costeras más castigadas por el sismo.
Rojas quedó atrapada junto a su única hija, de seis años, 16 horas bajo los escombros de su vivienda, en Jama, un poblado de casas pequeñas que mira al Océano Pacífico en el norte de Manabí.
Ambas fueron rescatadas de un espacio reducido, oscuro y sin mucho oxígeno, luego de que la vivienda colapsara, recordó Rojas, quien al igual que su hija sufrió heridas en una pierna.
A la carga emocional por batallar por la vida de ambas y las pérdidas materiales, se enfrentó a la muerte de su padre por el terremoto, una historia de vida que no le desea a nadie.
"Vamos a pasar en familia con mi madre y mi hija un momento de recogimiento y agradecimiento a Dios por sobre todas las cosas", expresó.
"Me siento alegre porque tengo a mi única hija viva, a mi madre, que a pesar de que tiene un tumor cerebral lucha día a día por su vida", señaló Rojas, quien se fue a vivir con su progenitora a la ciudad manabita de Manta.
Sin empleo cuando ocurrió el terremoto, Rojas trabaja actualmente en la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos e imparte capacitaciones sobre sismos, terremotos y evacuaciones en instituciones educativas y públicas.
Pero la nostalgia le embarga "por madres, padres e hijos que se quedaron abandonados, por tanta gente que se quedó sin vivienda, por tanta gente que todavía está en los albergues".
Rojas aseguró que sus perspectivas de la vida cambiaron, ya que si antes pensaba en trabajar para dejarle un futuro a su hija, ahora trabaja para que el día a día de su hija sea feliz.
"Porque hoy día la tengo, mañana no lo sé. No puedo pensar en tener bienes porque ahora solo tengo muchas deudas y la tierra se sigue moviendo", dijo al referirse a las réplicas del terremoto que no cesan.
Desde el sismo se han registrado 3.062 réplicas dentro y fuera de la costa ecuatoriana, algunas de magnitud superior a 5 grados Richter, según el último reporte del Instituto Geofísico.
Las pérdidas materiales derivan en momentos de tristeza, pero la esperanza de días mejores se ha empoderado de los afectados por la tragedia, como Andrea Quijije, quien perdió su vivienda en el balneario manabita de Bahía de Caráquez.
"El 16 de abril fueron segundos eternos que destruyeron casas, edificios, vidas, pero no pudieron derrumbar esperanzas. Han pasado ocho meses del terremoto y una fecha tan simbólica como la Navidad me hace detener el tiempo y observar mi provincia afectada pero de pie", expresó a Xinhua Quijije.
Esta es la segunda vez que la mujer pierde su casa por un terremoto. La primera fue en 1998, cuando se registró un movimiento de magnitud 7,1 Richter frente a su ciudad natal Bahía de Caráquez, dejando grandes daños materiales.
"Se cayó con el terremoto y volvimos a hacerla en ese mismo lugar, ahora por segunda vez se cae, pero aún no hemos podido construir, ha sido muy duro, pero la esperanza está ahí", relató Qujije quien se fue a vivir fuera de su ciudad en una vivienda alquilada.
"Esta Navidad para mí tendrá otro significado, la mirada ha cambiado, estoy en un lugar que no es el que nací y donde crecí, un lugar desconocido porque no están mis vecinos, mis amigos, mi entorno, todo ha cambiado, una casa que no es la mía", lamentó.
Quijije dijo que será imposible no recordar con desconsuelo a las víctimas del terremoto, pues familiares suyos sufrieron la pérdida de vidas en la comunidad de Pedernales, epicentro del terremoto.
"La Navidad sin duda nos pone a pensar, a cuestionar, a sentir. El terremoto nos dejó destrucción, pero también enseñanzas y una de éstas asociada a la Navidad: la solidaridad", agregó.
"Además, aprendí que en esta vida hay que andar con poco equipaje; todo lo que llega y se va en cualquier momento", añadió.
Pero en medio de la tragedia se ven signos de recuperación con la ayuda del gobierno, en la entrega de incentivos económicos, de créditos y reparación y construcción de viviendas.
Algunos celebrarán la Navidad en los albergues, otros con familiares, con familias acogientes a las que se les paga un bono, o en su nueva vivienda entregada por el gobierno.
"En el albergue hacía demasiado frío, aquí en esta casita uno está más calientito", dijo Dayana Chávez, una de las beneficiarias, mientras arregla su árbol de Navidad.
"Hay que tener mucha paciencia, fe, nunca perder la fe. Pensaba en que la Navidad iba a pasar en el albergue. Las huellas y recuerdos son anécdotas que contar de allá", dijo Victoria Pivaque, otra beneficiaria.
Según el "Plan Reconstruyo Ecuador", liderado por la Vicepresidencia, más de 11.167 viviendas han sido reparadas, mientras que 13.000 están en proceso de construcción.
El gobierno estima que la reconstrucción, cuyo costo asciende a los 3.344 millones de dólares, durará al menos tres años. Hasta ahora, se ha invertido más de 1.000 millones de dólares.
Sin embargo, los costos deberán ser recalculados ante los cuantiosos daños que causó el pasado 19 de diciembre un enjambre de sismos de hasta 5,7 grados que sacudieron la provincia de Esmeraldas.