Fuente: China Daily
Beijing, 05/12/2016 (El Pueblo en Línea) - La llamada telefónica de la líder taiwanés Tsai Ing-wen a Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, rompió casi cuatro décadas de consecuente práctica diplomática. Aunque, en cierta medida fue un hecho sorprendente, en realidad no tiene la importancia que parece.
Trump no demostró nada más que la inexperiencia en el manejo de asuntos exteriores de su equipo y del equipo de transición. Si ahora asume esta inusual acción debido a la falta de una comprensión adecuada de las relaciones sino-estadounidenses y los lazos entre el Estrecho, una vez que sea presidente tendrá que poner más cuidado en la forma prudente y apropiada de abordar estos sensibles temas.
Como presidente de Estados Unidos, Trump debe responsabilizarse por salvaguardar los intereses de su país, entre los que se incluye mantener una sana relación con China. Para lograrlo, no puede permitirse el lujo de erosionar la política de una sola China, que desde 1979 ha sido respetada por todas las administraciones estadounidenses como base para las relaciones bilaterales.
Como lo demuestra en uno de sus mensajes en Twitter, Trump reconoce el hecho de que "no debería aceptar una llamada de felicitación", aunque los EE.UU. vendan a Taiwán miles de millones de dólares en equipamiento militar. Ya sea en su posición de hombre de negocios o de presidente de Estados Unidos, Trump también debe saber que esa cantidad de dinero no significa que pueda sacrificar los lazos de Estados Unidos con China, el mayor socio de Estados Unidos con un comercio bilateral de 558 miles de millones de dólares en el 2015. Además, China es el mayor tenedor de bonos del Tesoro estadounidense con 1,19 billones de dólares.
Para Tsai, la llamada telefónica, una "jugadita", como la calificó Wang Yi, ministro chino de Asuntos Exteriores, no aportará nada sustancial, sino un orgullo ilusorio. Si logró con esta noticia desviar la protesta pública por su mal desempeño, eso no significa un éxito. Después de que los reflectores de los medios de comunicación dejen de sacarle lascas al incidente y se desvanezca, Tsai tendrá que hacer frente a la fría realidad de una tasa de aprobación decreciente y a los problemas económicos reales de Taiwán.
Sería un gran error si Tsai y su administración reinterpretan el significado de la comunicación vía telefónica que tuvieron con Trump y piensan que podrán implementar cambios en la política estadounidense hacia China.
Después de hacerse pública la llamada telefónica, Ned Price, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, aseguró que Washington sigue firmemente comprometido en respetar la política de una sola China, la cual ha estado vigente a pesar de los altos y bajos de las relaciones bilaterales. Teniendo en cuenta el fortalecimiento de los intercambios económicos y pueblo a pueblo que se experimentan en la actualidad, no hay razón para que la administración Trump no respete este principio.
Además, Tsai debería comprender que más que apoyar el impulso “independentista” de su Partido Democrático Progresista de Taiwán (DPP, por sus siglas en inglés), el interés fundamental de Estados Unidos es que se mantenga la paz y la estabilidad entre las partes de ambos lados del Estrecho.
No importará cuantos trucos y artimañanas Tsai quiera probar. Si continúa tensando las relaciones entre ambos lados del Estrecho, cualquier intento por ganar el apoyo estadounidense será un rotundo fracaso, como quedó demostrado con la actuación de Chen Shui-bian, su predecesora del DPP.