ZHENGZHOU, 12 sep (Xinhua) -- Son las ocho de la mañana en Shifosi, una pequeña localidad de la provincia china central de Henan. Mutuwulla Mutallip, un uygur de 53 años de edad de Xinjiang, noroeste de China, acaba de llegar a su puesto en una feria de jade local que ya está llena de comerciantes y compradores.
"Los estamos clasificando por pureza", dice Mutuwulla, quien está recogiendo sus pulseras y collares de jade junto con su esposa y su hijo mayor.
Los comerciantes han, miembros del mayor grupo étnico de China, trabajan cerca. En la localidad de Henan y en sus mercados, es común ver a los chinos han con los uygures, un grupo étnico que vive principalmente en la región de Xinjiang.
Shifosi, conocido tradicionalmente por su negocio de jade, está adquiriendo nueva reputación en la región por estas prometedoras escenas de unidad étnica.
OTRO HOGAR
"Compro jade en bruto en nuestra localidad natal de Hotan y luego mi hijo y los trabajadores lo procesan", dice Mutuwulla. "Luego venimos a venderlo".
"Tienen las mejores ventas aquí", indicó Liu Xia, una comerciante y amiga cercana de Mutuwulla.
"Son muy hospitalarios. Los visitamos sin invitación y tienen algo de arroz casero tradicional de Xinjiang en su casa", añadió.
Mutuwulla es uno de los miles de vendedores uygures de jade en Shifosi. La mayoría proceden de Hotan, Xinjiang, región que tiene una larga historia en el negocio del jade. En la última década, cada vez más uygures han descubierto las ventajas de vender en la localidad de Henan.
"El jade se vende mucho mejor" en Henan, dijo Mutuwulla, quien consigue alrededor de 80.000 yuanes (11.970 dólares) al año. "Amo Xinjiang, pero el dinero y las personas me han traído a este lugar durante cinco años".
Para algunos uygures más jóvenes, la amistad con los han locales ha desempeñado un papel mayor en su decisión de dirigirse al este.
"Llegué hace ocho años, cuando apenas tenía 18 años", dijo Muhpul Hulam, otro vendedor de jade de Shifosi. "Pero no fue tan difícil. La gente es amable y abierta con nosotros".
Muhpul dijo que los chinos han lo invitaron a comer alimentos estilo musulmán en su casa. "Tuve que aprender mandarín en la mesa", dijo con risas.
IDIOMA, APRENDIZAJE Y OPORTUNIDAD
Las políticas del gobierno local de los últimos años han desempeñado un papel clave en el fomento de un entorno para que han y uygures vivan y trabajen juntos.
La enseñanza del idioma ha sido una de las iniciativas más importantes. Para la mayoría de los vendedores uygures recién llegados a la localidad, el idioma es la mayor barrera a vencer. El gobierno estableció una oficina que atiende específicamente las necesidades de los uygures, con cinco empleados bilingües para ayudarlos. La oficina también ofrece clases de mandarín.
"Las cosas no fueron fáciles al principio", dijo Mutuwulla. "Era analfabeta y no hablaba mandarín, pero 23 días de cursos bilingües me permitieron hablar mandarín básico y escribir mi nombre en chino".
"En 2015, empezamos a ofrecer los cursos como una sesión regular anual", dijo Shi Mingzhong, un funcionario de asuntos étnicos y religiosos. "El entusiasmo de los uygures por el aprendizaje del mandarín ha crecido rápidamente desde entonces".
En las ferias de jade de la localidad, se puede ver que los comerciantes uygures hablan con facilidad con compradores y vendedores han, ya sea por cuestión de negocios o por asuntos personales.
"Hablamos el mandarín con fluidez y nos ayudará mucho en cualquier parte del país", dijo Muhpul de 26 años de edad.
La próxima generación de uygures en la localidad también está aprendiendo el idioma. Desde 2014, los maestros bilingües de la escuela primaria ofrecen tres cursos de idiomas a la semana para los niños uygures, además de las clases regulares.
"Tampoco fijamos un plazo para la inscripción de estudiantes uygures", dijo el director Shang Lei. "En el momento en el que lleguen con sus padres, pueden venir y estudiar con los alumnos han".
LAZOS INQUEBRANTABLES
En cuanto al futuro, los planes de los uygures locales varían, pero los lazos entre Shifosi y los vendedores de jade son inquebrantables. Algunos regresan a Xinjiang agradecidos por lo ganado en Henan.
Muhpul espera abrir una cafetería de regreso en su localidad natal de Yili, Xinjiang, cuando llegué a los treinta años. "Jugaré el tradicional dutar y compartiré mis historias de Shifosi con mis compañeros uygures", dijo.
Algunos otros uygures prefieren quedarse en Shifosi para ganar más dinero y aprovechar las mejores oportunidades educativas para sus hijos.
"Partiremos hasta que mis nietos sean admitidos en la universidad", dijo Mutuwulla, cuyos dos nietos tienen apenas dos y cuatro años de edad.
Mutuwulla y su familia están bastante contentas con su estadía en Henan. La primaria y las clases integrales son una razón de peso. Durante el recreo, los estudiantes han y uygures juegan juntos.
"Amo este lugar y quiero quedarme aquí por mucho tiempo", dijo Gulxanay de 11 años de edad en perfecto mandarín mientras toma un descanso del baile con sus compañeros han.
"Quiero unirme a la armada cuando salga de la universidad", añadió con una sonrisa. "Entonces podré servir a nuestro país".