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Es hora de acabar con la farsa del arbitraje sobre el Mar Meridional de China

Actualizado a las 13/07/2016 - 08:46
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El arbitraje sobre el Mar Meridional de China llegó a su final este martes con el fallo emitido por un tribunal arbitral en La Haya, pero el veredicto es nulo e inválido y sólo sirve para complicar la situación en la región.

Con su utilización de obvias fisuras legales y procedimientos que deliberadamente sortean las reglas habituales del arbitraje, el tribunal socava el derecho internacional y pone un mal ejemplo para la resolución de disputas sobre soberanía.

Beijing ha reiterado su postura de que ni aceptará el proceso de arbitraje ni participará en él. A fin de respetar plenamente la ley y la justicia internacional, China nunca reconocerá el fallo ni se verá "obligada" a aceptarlo.

El anterior Gobierno de Filipinas y, detrás de él, Estados Unidos, han conspirado durante mucho tiempo para chantajear a China en relación a sus derechos históricos en el Mar Meridional de China, pero hacerlo a través de una corte que pisotea la justicia internacional va demasiado lejos.

En primer lugar, Filipinas rompió el compromiso que hizo en la Declaración sobre la Conducta de las Partes en el Mar Meridional de China, firmada en 2002 por China y los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, según siglas en inglés) y en la que acordaron resolver las disputas mediante consultas y negociaciones.

Sin consultar con China sobre las vías para solucionar la disputa, en 2013, el anterior Gobierno de Filipinas presentó unilateralmente un caso de arbitraje obligatorio contra China.

A pesar de la reclamación filipina de buscar un veredicto sobre el estatus y los derechos marítimos de varias formaciones en las islas Nansha, el tema está relacionado con cuestiones de soberanía y de delimitación, que claramente van más allá de la jurisdicción del tribunal.

Para empeorar las cosas, algunos países ajenos a la región han estado agitando las aguas para satisfacer sus propios intereses.

Estados Unidos pretende "pescar en aguas revueltas", instigando a Filipinas a actuar en el llamado frente legal.

Con el envío de buques y aviones de guerra al Mar Meridional de China, así como la celebración de ejercicios militares, Washington no ha ahorrado esfuerzos en enturbiar las aguas de esta zona marítima a beneficio de su estrategia del "giro hacia Asia".

También Japón ha sido cómplice del caso, al tratar de secuestrar la reunión de abril del Grupo de los Siete (G7) con el asunto del Mar Meridional de China. La maniobra forma parte de sus esfuerzos para lograr sus descaradas ambiciones.

El tribunal de arbitraje ha causado una escalada de la tensión en la región y de ningún modo ayuda a resolver las disputas. La socavación del derecho internacional y las repercusiones de un arbitraje que ha abusado de la ley son incluso más preocupantes que la disputa en sí misma.

El nuevo presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha expresado su deseo de entablar un diálogo con China sobre la cuestión del Mar Meridional de China, lo que constituye una señal bienvenida.

Bajo el enfoque de doble vía propuesto por la ASEAN, China y Filipinas podrían negociar de conformidad con la ley internacional, a fin de encauzar de nuevo sus relaciones bilaterales.

Ha llegado el momento de poner fin a esta farsa que se ha prolongado durante demasiado tiempo.

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