El presidente interino de Brasil, Michel Temer, reconoció que la recuperación económica del país, que vive una profunda recesión, no acaba de producirse debido a la incertidumbre política que hay sobre la posible destitución o no de la presidenta suspendida Dilma Rousseff.
"Hay inversores extranjeros que me han buscado o buscaron a mis ministros y siempre surge la pregunta: ¿qué va a pasar en agosto?", aseguró Temer en una entrevista de radio, en clara referencia al juicio al que se enfrenta Rousseff en el Senado y que podría suponer su destitución.
El presidente interino de Brasil al cargo desde el 12 de mayo, cuando Rousseff fue apartada por la Cámara Alta, admitió que "las personas se angustian con eso" y que ello muestra que "ese aspecto político es importante" debido a que "la economía está muy vinculada a la pacificación política".
Temer dijo que pese a que su continuidad en el cargo depende de la destitución o no de Rousseff, quiere gobernar como si ya fuera "presidente efectivo", porque la crisis política "no puede paralizar" a un país que hoy tiene alrededor de doce millones de personas desempleadas.
No obstante, se mostró esperanzado de que si Rousseff finalmente es destituida y él acaba del mandato, que termina el 1 de enero de 2019, "las cosas podrán comenzar a cambiar más rápido", porque el gobierno "podrá tomar otras medidas que son necesarias" para reactivar la economía y sacar el país de la crisis económica que vive.
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