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Comentario: Templo Yasukuni es escenario central de exhibición insólita de derechistas de Japón

Actualizado a las 17/08/2014 - 14:33
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Por Zhu Chao, escritor de Xinhua

TOKiO, 16 ago (Xinhua) -- El día que se conmemoró el 69 aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial, el famoso templo Yasukuni en Tokio se volvió escenario central de una exhibición insólita de los radicales de ala derecha no arrepentidos de Japón.

Entre los miles de visitantes al templo el viernes, algunas caras familiares atrajeron la atención.

Por la mañana, el presidente de la Comisión Nacional de Seguridad Pública, Keiji Furuya, entró el templo principal y rindió tributo al lugar que honra a 14 criminales de guerra convictos clase A y que glorifica la historia de agresión de Japón.

Más tarde le siguieron Yoshitaka Shindo, ministro de Asuntos Internos, y Tomomi Inada, ministro de Reformas Administrativas.

De hecho, los tres miembros del gabinete han sido los visitantes más frecuentes desde que se formó el gobierno del primer ministro Shinzo Abe a fines de 2012, y por mucho tiempo han ignorado el hecho de que esas visitas molestan a los países vecinos que sufrieron las agresiones y atrocidades de tiempos de guerra de Japón.

En particular, Furuya jamás ha perdido la oportunidad de hacer esa visita durante las fiestas de primavera y verano del templo desde que asumió su cargo actual.

Aunque el trío, como otras figuras de derecha de Japón, señaló que sus visitas eran para rendir tributo a los muertos de guerra, existe un enlace aparente entre las visitas y su agenda política de derecha.

Furuya, compañero de universidad de Abe, es uno de los simpatizantes del grupo del primer ministro que niegan descaradamente que el ejército japonés haya obligado a mujeres extranjeras a la esclavitud sexual durante la Segunda Guerra Mundial.

Esa indiferencia a la historia es sorprendente dado el hecho de que Japón ya admitió el crimen y ofreció disculpas a esas "mujeres de consuelo" en la Declaración de Kono de 1993 y, además, las Naciones Unidas han pedido al país asumir la responsabilidad legal de poner a disposición de las víctimas sobrevivientes una compensación.

Además, Furuya y sus compañeros derechistas parecen olvidar que quienes honran en el templo incluyen a criminales de guerra cuyas manos se cubrieron con la sangre de gente inocente de los países invadidos por Japón durante la Segunda Guerra Mundial.

Si realmente sienten pena por los muertos, deben hacer sus mejores esfuerzos para evitar repetir los errores y crímenes del pasado de Japón, en lugar de alentar el sentimiento nacionalista para servir a sus necesidades políticas.

Pero tristemente, lo que hemos estado atestiguando recientemente en Japón es una epidemia de amnesia histórica y pavoneo de ala derecha, evidente en los discursos políticos, los libros de texto erróneos y, por supuesto, las visitas al templo.

Si Japón sigue describiéndose como víctima de la guerra y oculta la verdad acerca de por qué fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial, hay una buena razón para preocuparse de que el país pueda repetir sus errores terribles.

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