La reciente reforma a los ferrocarriles de China debe ser probada y aceptada por el público antes de que pueda ser considerada un éxito.
China desmanteló el polémico Ministerio de Ferrocarrriles, el cual fue fundado el mismo día que la República Popular China en 1949. El ex ministerio será dividido en dos secciones que se encargarán, respectivamente, de las funciones administrativas y comerciales.
El ex ministerio se encargaba tanto de determinar la política como de proporcionar servicios y había sido muy criticado por las dificultades que los viajeros enfrentaban para asegurar boletos, por la burocracia y por los accidentes mortales de trenes.
Aunque se ha elogiado el desmantelamiento, el resultado de la reforma dependerá de la aprobación de la gente. Como el beneficiario final, el público debe emitir el juicio final.
Xi Jinping, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh), ha pedido a los funcionarios que consideren a la satisfacción de la gente como el objetivo final del poder del Partido y del gobierno.
El 6 de marzo, al asistir a la sesión anual de la máxima legislatura de China, Wen Jiabao dijo que si la gente se siente satisfecha, feliz y respaldada es la base para probar todo lo que el gobierno ha hecho.
Para satisfacer a la gente, las mejorías sustanciales deben ser tangibles y materializarse después de la reforma, tales como mayores facilidades para adquirir boletos de tren.
Por encima de todo, la seguridad del transporte ferroviario debe ser mejorada y mantenida, porque la paciencia del pueblo ha sido puesta a prueba por una serie de tragedias y escándalos expuestos por el antiguo sistema ferroviario.
A finales de 2012, las vías ferreas de China en operación se ampliaron 98.000 kilómetros en todo el país, incluidos 9.356 kilómetros de rutas de alta velocidad.
No obstante, su densidad de ferrocarriles y longitud de líneas per cápita siguen lejos de las de los países desarrollados, por lo que adquirir boletos de tren es una experiencia difícil para los chinos durante las vacaciones.
El público no estará satisfecho si todavía tiene que hacer fila todo un día o son timados por revendedores, por un sólo boleto, como lo hacían antes de la reforma.
También es probable que atribuyan la culpa al gobierno si la nueva administración de ferrocarriles y la corporación ferroviaria orientada al mercado fracasa en mantener los precios de los boletos en un nivel racional.