Por Juan Manuel Nievas, Ye Shuhong y Ricardo T. Rivas
BUENOS AIRES, 6 mar (Xinhua) -- Una distribución equitativa de la riqueza es crucial para China, en el marco de una serie de reformas que terminarán teniendo un impacto beneficioso no sólo a nivel doméstico, sino también entre los países emergentes.
Así lo determinó, en entrevista con Xinhua, el economista argentino Gustavo Girado, especializado en economías de Asia Pacífico y director de la consultora Asia & Argentina.
Ayer miércoles, la XII Asamblea Popular Nacional (APN), el máximo órgano legislativo de China, inauguró su segunda sesión anual, en Beijing.
Allí, el primer ministro, Li Keqiang, presentó su primer informe sobre la labor del gobierno en la reunión de inauguración, donde expresó que China tiene por objetivo lograr un crecimiento económico de alrededor de un 7,5 por ciento en 2014, sin cambios con respecto al año pasado.
Respecto a la opinión de algunos analistas que han apuntado a que la economía china encara un "aterrizaje duro", Girado consideró que "desde hace poco más de una década, y sistemáticamente, organismos multilaterales, consultoras y formadores de opinión, anuncian incansablemente el aterrizaje forzoso de la economía china con motivo del sobrecalentamiento sectorial y de sus problemas domésticos en general, proclamando la necesidad indispensable de reformas. Es sorprendente la coincidencia: siempre se han equivocado".
"En la actualidad, las reformas anunciadas por el gobierno, y que apuntarían a poner más énfasis en diversos mecanismos de mercado, están en línea con los anuncios del último Plan Quinquenal, cuando se informó de la necesidad de apuntalar la variable 'consumo' y dejar de depender tanto de las exportaciones y de las inversiones", dijo.
"En suma, un fuerte cambio en el acento dentro de la demanda agregada. La crisis internacional y la consecuente menor actividad económica en los principales socios de China (especialmente comerciales), justifican ampliamente estas decisiones, pues el sector externo debe dejar de ser el motor de la economía china", continuó.
Sobre la decisión de Beijing de profundizar las reformas, con un Estado más eficaz y una mayor preponderancia del mercado, el analista argentino se refirió a las repercusiones que esto tendrá a nivel internacional: "China ha enviado un claro mensaje de progresiva adaptación a las tendencias predominantes, que facilitará la implicación de China en la gobernanza global de forma mucho más intensa".
"A primera vista y destacable, aparecen dos cuestiones: se fijaron un plazo y definieron un grupo de trabajo de alto nivel para profundizar ampliamente la reforma. Ese grupo dirigente encauzará los cambios, va a establecer en detalle la hoja de ruta, a secuenciar los cambios, a fijar prioridades y a desactivar las resistencias", opinó.
En palabras de Girado, "se va a dotar de más cantidad de mecanismos de mercado (fortaleciendo su rol) al funcionamiento de la economía, permeando al capital privado más actividades. Aparece una suerte de redimensionamiento de lo público en favor de lo privado, de forma que en el ámbito productivo y en el financiero se abrirán nuevos espacios para la competencia, pero sin afectar a la consideración de la propiedad pública como determinante".
"Y esto es central: se reafirma el indisputable rol del Estado, aunque habría precios e inversiones que se decidirán, de aquí y en los años por venir, en base a parámetros mercantiles más 'occidentalizados'", apuntó.
Para las economías emergentes, subrayó, "estos cambios no deberían impactar ni siquiera tangencialmente. Incluso creo que pueden ser beneficiosos, especialmente por dos motivos. En primer lugar, la menor atención al sector externo como dinamizador de su economía, podría traer aparejado que China no sea tan competitivo en terceros mercados para algunas economías emergentes que compiten con China con productos de baja intensidad tecnológica (eventualmente por menores subsidios a la exportación, mayores salarios, etcétera)".
"En segundo lugar, la mayor dinámica interna puede acentuar su perfil importador, resultando en definitiva en un comprador de mayor envergadura de los productos que componen la canasta clásica de exportaciones de las economías en vías de desarrollo", agregó.
Consultado sobre la intención del gobierno chino de producir reformas en el sistema de bienestar social, profundizar la lucha contra la corrupción, mejorar la calidad del ambiente y alcanzar una redistribución más justa de los ingresos, Girado enfatizó: "No tengo dudas que una distribución más equitativa de la riqueza es, en el caso de China, un aspecto crucial".
"Muchos de los cambios propuestos para el funcionamiento futuro de la economía están vinculados con el hecho de atender las desigualdades manifiestas que el desarrollo acelerado ha traído consigo. Los diferenciales de ingresos ya no se aprecian solamente entre la ciudad y el campo sino inclusive hacia el interior de cada una de esas geografías", puntualizó.
En ese sentido, señaló que "la famosa política del 'Go West' cobra mayor sentido, ya que la necesidad de igualar los niveles de ingresos impulsa la necesidad de inversiones en aquellas regiones menos favorecidas hasta ahora (centro y oeste del país) en donde 'todo está por hacerse'. Las necesidades regionales impulsan sus políticas de atracción de inversiones", consideró.
Sobre las perspectivas de las reformas y la apertura en China, el experto argentino planteó que "todas las políticas que se propician implican un importante desafío, pues algunas de ellas hacen a cuestiones arraigadas culturalmente (el aumento del consumo, por ejemplo), mientras que otras se corresponden con claras demandas públicas (como la lucha contra la corrupción)".
"Oportunamente se señaló ocho áreas clave para la reforma, que son las industrias monopolistas, la tierra, las finanzas, los sistemas tributario y fiscal, la apertura, la administración gubernamental, los activos estatales y la aceleración de la innovación y el desarrollo ecológico", enumeró.
"Mientras definieron mayor velocidad para reformas ya encaradas (en educación, empleo, y salud pública), consideraron temas importantes de seguridad y medioambientales (en el centro de la escena), alentando futuras definiciones sobre la propiedad de la tierra", añadió.
Las reformas, dijo, "deben contribuir a expandir el segmento de ingresos medios a más del 50 por ciento de la población de aquí a 2050 (hoy es el 12%) y a garantizar un crecimiento no inferior al 7 por ciento en los próximos años para duplicar el PIB y el ingreso per cápita en 2020 con respecto a 2010. Como gran parte de las políticas a llevar adelante forman parte, de una u otra manera, de la agenda que Occidente reiteradamente suele reclamarle al Politburó (buró político), creo que en principio serán valoradas positivamente", concluyó.