Por Ricardo T. Rivas
BUENOS AIRES, 19 dic (Xinhua) -- Luego de las celebraciones por los 30 años del regreso de Argentina – el 10 de diciembre de 1983 – al pleno funcionamiento institucional después del derrumbe del último gobierno cívico-militar (1976-1983), el panorama nacional proyectado de cara al 2014 no deja de ser inquietante.
El año que se va imprimió en la memoria colectiva saqueos, violencia social extrema en casi todo el territorio, fuerte avance del narcotráfico, un proceso inflacionario que supera el 26 por ciento anual, caída de los indicadores productivos y del empleo, así como un fuerte debate interno en el seno del Justicialismo, el partido de gobierno.
El 2013, sin dudas fue un año por demás particular, no solo por la derrota del proyecto político que lidera la presidenta Cristina Fernández con el Frente para la Victoria (FPV), sino por los problemas de salud que la mandataria tuvo que enfrentar y que la llevó a ser intervenida quirúrgicamente para drenarle un hematoma subdural en la zona derecha del cráneo.
Las elecciones parlamentarias, en las que el FPV --línea interna del Partido Justicialista (PJ)-- fue abatido por el Frente Renovador (FR), otra facción del justicialismo que lidera el ex jefe de Gabinete de Ministros, Sergio Massa, marcarán sensiblemente la gestión gubernamental en los últimos meses de su segundo periodo presidencial.
El catedrático Ricardo Sidicaro en diálogo con Xinhua considera, sin embargo, que "es normal que los gobiernos se desacrediten con el paso de los años" y recuerda que "en la Argentina ningún proyecto político superó los 10 años".
En ese contexto, sostiene que "el kirchnerismo creyó que era posible condicionar a los dirigentes territoriales del peronismo", y a la luz de los resultados electorales analiza que "no consiguieron ese objetivo" y asegura que, "por esas razones, el PJ comenzó a volver a los equilibrios tradicionales alejándose de los Kirchner".
Respecto del futuro, Sidicaro afirma que “en la Argentina no hay viejos ni nuevos proyectos políticos porque la mayoría de la sociedad desconfía de todos”, sostiene que “no hay burguesía sino hombres de negocios sin perspectiva de poder”.
Por su parte, el académico Ricardo Rouvier, señala que ante el último resultado electoral "al gobierno hoy le cuesta mucho más disminuir la pobreza, la indigencia, la desocupación" porque "las fuerzas poderosas del mercado están por encima de la voluntad popular".
En línea con ese análisis, Rouvier afirma que la presidenta “Cristina Fernández ha decidido el encolumnamiento del peronismo institucional con el gobierno”, apreciación ésta en la que coincide con Sidcaro.
Al complejo panorama político, debe añadirse un proceso paulatino de fuga de divisas que enflaquecen sin pausa las reservas que atesora el Banco Central de la República Argentina (BCRA) que, en los primeros días del último mes del año, según datos oficiales, se ubican en el nivel más bajo desde diciembre de 2006.
Así las cosas, dicho indicador se encuentra por debajo de los 31.000 millones de dólares, lo que significa que en noviembre último cayeron en 2.132 millones de dólares y que, en los primeros 11 meses de 2013, la pérdida superó los 12.000 millones de dólares.
Para tratar de amortiguar esa caída y emprender el camino de la recuperación, el flamante titular del BCRA, Juan Carlos Fábrega, dispuso incrementar la devaluación del peso respecto del dólar para recuperar la productividad perdida por la producción nacional.
En ese contexto, el peso argentino, hasta la segunda semana de diciembre perdió en el año un 80 por ciento de su valor frente a la divisa estadounidense en procura de aquel objetivo.
Matías Carugati, economista jefe de Management & Fit, "los problemas (económicos) son los mismos de siempre" y los enumera, "caída de reservas, atraso cambiario, brecha con dólar paralelo, déficit fiscal, inflación".
"El nombramiento de (Axel) Kicillof como ministro de Economía es un sinceramiento del balance de poder dentro del equipo económico pero, también es una señal respecto del camino que puede tomar la economía, ya que quienes esperaban un (eventual) giro pro-mercado (como consecuencia de la derrota electoral) se han visto contradichos”, agrega Carugati.
Interpreta que "lo más probable es que el rumbo de la política económica sea el actual", lo que a su juicio "implica una economía en lento pero progresivo deterioro con dos años venideros de bajo crecimiento, alta inflación, deterioro de los balances fiscal y externo, pérdida de reservas internacionales y continuidad de las mini-devaluaciones del peso frente al dólar oficial para acortar la brecha frente al valor de comercialización en el mercado paralelo".
Sin embargo, augura que "habrá cambios” aunque advierte que “cualquier modificación ocurrirá por pragmatismo más que por convicción porque, como lo dijo la propia Cristina Fernández, ella no es la presidenta del ajuste" y "de lo que se trata es de administrar lo mejor posible la inevitable transición, tanto política como económica hasta que finalice su mandato".
Romina Kupelián, economista de la Universidad de Buenos Aires, afirma que consideró que “las perspectivas económicas son buenas" porque "la actividad aumentó en promedio un 7 por ciento en el segundo semestre del año respecto a igual período del año anterior, y la actividad industrial en particular lo hizo en 3 por ciento en julio de 2013 frente a julio de 2012".
Kupelián recordó que "en los últimos años hubo una gran presión para devaluar la economía buscando abaratar los salarios o multiplicar aún más los dólares obtenidos por las exportaciones" pero descartó la eventual aplicación de ese tipo de política porque "la contrapartida de esto sería un espiral inflacionario y una caída de los salarios reales".
Respecto de la inflación que a su juicio "genera gran revuelo" repasó que "la Argentina tiene una larga historia inflacionaria, a niveles realmente altos" y, aunque reconoció que todo proceso de inflación claramente es un problema" destacó las políticas salariales que aplica el gobierno de la presidenta Fernández porque "el tema es parcialmente atendido para (beneficio de) los trabajadores”.
Para Kupelián, “en la medida que la economía argentina continúe a los niveles de concentración que tiene, ningún acuerdo de precios solucionará el problema" inflacionario.
Por su parte, el analista Martín Burgos Zeballos, economista e investigador del Centro Cultural de la Cooperación y Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche, afirma que el futuro inmediato de la economía argentina "existen tres soluciones".
Menciona que se requiere de un ajuste en el consumo interno que reduzca el nivel de importaciones y de requerimientos de divisas; volver a un endeudamiento externo que permita seguir con niveles de consumo altos; o, reducir los niveles de requerimiento de divisas sin modificar el alto nivel de consumo.
"Esta última es la salida que eligió el gobierno”, asegura el experto quien explicó que “se busca entonces sustituir importaciones y reducir la fuga de capitales", que "esto se logra por distintos medios, como la eliminación del ahorro en dólares, la creación de un impuesto a las (consumos con) tarjetas para desincentivar el turismo al extranjero, y la reducción de la remisión de utilidades o restricción a las importaciones”.
Burgos Zeballos advirtió, sin embargo, que las tres salidas propuestas significan para el pueblo sacrificios aunque destacó que las políticas que con los objetivos mencionados aplica el gobierno "no implican sacrificios en términos de salarios o de calidad de vida, sino que los argentinos deben tener un consumo y un ahorro responsable en términos de divisas".
"Esto es consumir productos nacionales, hacer turismo por el país, o invertir en bonos, acciones, en industria o en ladrillo nacional", concluyó.
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