(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – Cual bola de nieve, el denominado Caso Bárcenas, uno de los mayores escándalos de corrupción de España, adquiere día a día unas dimensiones y velocidad peligrosas que amenazan con llevarse por delante al Gobierno del presidente Mariano Rajoy, cuyo nombre aparece reiteradamente entre los de muchos otros altos cargos del Partido Popular (PP) ligados a la trama del pago de sobresueldos.
Si en un principio la sociedad y el resto de los partidos políticos españoles se limitaban en su mayoría a pedir que el mandatario y su Ejecutivo aportaran luz y transparencia sobre lo que estaba sucediendo, este fin de semana, tras los últimos detalles del entramado que los diarios El País y El Mundo han hecho públicos con pelos y señales, cobraron preocupante fuerza las voces que piden la renuncia de Rajoy, mientras recientes sondeos de opinión muestran el hartazgo y el descontento de la población con la clase política.
El líder del principal partido de la oposición, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, pasó de reclamar al presidente que dijera públicamente si los presuntos papeles del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas, que lo señalaban como uno de los miembros del partido que había cobrado importantes sumas en sobresueldo en los pasados 20 años, era falsos o no, a que presentase su dimisión.
En una rueda de prensa ofrecida en la sede central del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en Madrid, Rubalcaba descartó que su formación vaya a presentar una moción de censura ante el Congreso y reclamó al oficialismo que reemplace a su líder por otro dirigente. “El señor Rajoy no puede dirigir nuestro país en un momento tan delicado como éste”.
Aunque Rajoy negó rotundamente el sábado que fuera cierto que haya cobrado unos 320.000 euros en negro, como aseguran la contabilidad de Bárcenas que publica El País, el líder socialista afirmó que el PP “ni siquiera puede querellarse” contra su ex tesorero y acusó al jefe del Ejecutivo de haber “profundizado” la actual “crisis política” con una “crisis de moral pública”, al comparecer en público para negar la veracidad de la información.
“Le pedimos que dé paso a otro presidente que dé la fortaleza y la estabilidad que merece este país en esta situación crítica”, añadió Rubalcaba, que calificó al mandatario como un “lastre para este país”.
Presionado por los detalles cada vez más reveladores y comprometedores que sacan a la luz los medios españoles y por las protestas y el descontento de los ciudadanos, Rajoy compareció ante los medios el pasado sábado y aseguró no tener ningún problema en publicar en la página del Gobierno los datos sobre su declaración jurada de ingresos.
“No voy a necesitar más que dos palabras: Es falso. Nunca, repito, nunca he recibido, ni he repartido dinero negro ni en este partido ni en ninguna parte”, afirmó tajante el presidente.
También Rubalcaba dijo estar dispuesto a hacerlo. “No seré yo quien se niegue... No tengo ningún problema”. “Cuanta más transparencia, mejor, pero no confundamos, ese no es el problema”, advirtió, para luego preguntar a modo de aclaración si “¿alguien se cree que en una declaración de la renta aparece el dinero negro?”.
El descontento de la población con los constantes escándalos de corrupción que copan las portadas y espacios más destacados de los medios se apreció en una reciente encuesta de Metroscopia, realizada unas horas antes de que se conocieran datos más estremecedores del Caso Bárcenas.
La intención de voto de los españoles, indica el estudio realizado entre el 30 de enero y el 1 de febrero reciente, cae seis puntos desde el último mes y, aun cuando el PP continuaría siendo, paradójicamente, la fuerza más votada, su ventaja sobre el PSOE se reduce casi a nada, 0,4 puntos porcentuales.
De celebrarse unas elecciones en este momento, otras fuerzas políticas, como Izquierda Unida (IU) y Unión Progreso y Democracia (UPyD), que han sacado mucho rédito de la pérdida de credibilidad del PP y el PSOE, obtendrían un 15,3 por ciento y un 13,6 por ciento de los votos. El resto de los partidos se repartiría el otro 18 por ciento de los votos.
Dos datos preocupantes que revela la encuesta es que el voto en blanco supondría un 5,7 por ciento y la participación ciudadana caería del 71,7 por ciento registrado en las elecciones generales de 2011, uno de los más altos en la historia de la democracia, al 53 por ciento, el más bajo desde la caída del régimen de Francisco Franco.
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