Pero su legado también ha sido marcado por el fatal atentado de 11 de septiembre de 2012 al consulado de Estados Unidos en Benghazi, Libia, que mató al embajador de Estados Unidos en Libia, Christopher Stevens, y a otros tres estadounidenses. El Departamento de Estado ha estado sometido a severas críticas por la inadecuada protección brindada a la misión de Estados Unidos.