Revistas que se venden en las tiendas 7-Eleven. (Foto: Feng Yongbin/ China Daily)
La Comisión Municipal de Gestión de Beijing -y muchos residentes en la capital- quieren que las calles sean más anchas y limpias. Con este objetivo en mente, el verano del año pasado se introdujo una regulación que prohibió la venta de alimentos y bebidas en 352 quioscos de publicaciones periódicas ubicados en los distritos Dongcheng y Xicheng. Además, tres de ellos fueron cerrados por vender comida de forma ilegal.
Desde entonces, muchos de los quioscos en los dos distritos mencionados han cerrado porque la mayoría de sus ingresos provenían de la venta de alimentos y bebidas, ya que la venta de publicaciones periódicas es muy poco rentable.
Actualmente hay 1.186 quioscos de prensa en la ciudad. Del total, hay 306 que no están en Dongcheng y Xicheng y que sí tienen licencia para vender alimentos y bebidas.
El cierre de quioscos ha llamado la atención de los residentes, especialmente de los ancianos que se oponen a la intervención administrativa.
Algunas personas plantearon la idea de introducir máquinas expendedoras de periódicos, que son limpias y convenientes, pero el China Post Group no está dispuesta a pagar por ellas, ya que serían demasiado costosas y no se obtendría beneficio, precisó un especialista de la industria.
"La nueva política ha considerado todos los aspectos e intenta resolver los problemas. Lo primero será el interés público. La ciudad no mantendrá un puesto de periódicos abierto para alegría de unas pocas personas. Por supuesto, no eliminaremos el canal que tenga un buen volumen de negocios. Todo depende del mercado y las necesidades", indicó un funcionario de la Comisión Municipal de Gestión de Beijing.
En general, los quioscos estarán más cerca de sus clientes después de que se trasladen a las comunidades residenciales o se conviertan en parte de las tiendas de conveniencia. El gobierno hará que sean más atractivos, afirmó el funcionario.
Ahora los quioscos pueden estar enfrentando presiones, pero antaño han tenido sus buenos momentos.
Yang Na, una cincuentona oriunda de la provincia de Hebei, en 1998 comenzó a gerenciar un quiosco en Beijing. Y en el 2002, ella compró su primer apartamento en la capital por 400.000 renminbi. Ese dinero lo ganó vendiendo publicaciones periódicas.
Antes de que Internet se popularizara a nivel masivo, y con Beijing como el centro cultural y político del país, la mayoría de los residentes buscaban los periódicos y los telediarios para informarse sobre el acontecer nacional e internacional.
En 1997, el gobierno municipal de Beijing hizo la creación de quioscos en un proyecto a nivel de ciudad y ese año aprobó 75 quioscos.