Jardín de la infancia en la provincia de Jiangsu, 20 de marzo del 2017. [Foto: Xinhua]
Por Guo Ying y Pan Xu
Beijing, 24/01/2018 (El Pueblo en Línea) - Ser una maestra de educación preescolar no es un trabajo fácil. Eso lo sabe bien Zhang Wei, de 22 años, quien trabaja para una institución privada en el distrito Chaoyang de Beijing.
Ella llega a la guardería antes de las 7:30 de la mañana y tiene una agenda diaria llena de tareas. Además de impartir clases y organizar actividades al aire libre para casi 30 niños, tiene que preparar los planes de enseñanza, asistir a reuniones y relacionarse con los padres.
Además, Zhang tiene que mantenerse vigilante para garantizar la seguridad de los inquietos niños, propensos a sufrir accidentes.
Por ello es por lo que su trabajo la mantiene bajo una constante presión psicológica.
"A veces me despierto soñando que un niño se golpea la cabeza contra el borde de una mesa, y entonces el director y los padres del niño me piden cuentas", confiesa Zhang.
Los recientes escándalos de abuso infantil en las escuelas de párvulos de Beijing y Shanghai han causado la indignación de sociedad china.
Los educadores preescolares, especialmente los maestros de los centros privados, han tenido que enfrentarse a duras críticas.
Zhang también se siente que la opinión pública va en contra de ella.
"Más y más padres le están exigiendo a nuestro centro que instale cámaras de vigilancia. E incluso muchos padres le preguntan a sus hijos si han sido objeto de malos tratos por parte de sus maestros. Creo que a veces nos enfocan como enemigos potenciales", afirma Zhang.