La agenda oculta del Tío Sam detrás del despliegue del sistema antimisiles THAAD |
BEIJING, 31 jul (Xinhua) -- Con el despliegue de un escudo antimisiles que difícilmente puede proteger a Seúl, pero sí que es capaz de espiar a China y la región rusa del Extremo Oriente, Estado Unidos no busca defender a nadie en Asia Oriental, sino satisfacer su apetito casi insaciable de hegemonía y ventajas militares.
La agenda oculta del Tío Sam, por la que desplegará, en la parte suroriental de la Península de Corea, el sistema de Defensa Terminal de Area a Gran Altitud (THAAD), se basa perfectamente en su pretexto de una "amenaza de misiles" que plantea la República Popular Democrática de Corea (RPDC), un país catalogado por Washington como "Estado canalla" y que, a su juicio, forma parte del "eje del mal".
Defender a sus aliados para que no sean intimidados por un "Estado canalla" puede, naturalmente, fortalecer la autoridad moral de Washington. No obstante, la realidad es mucho menos noble que lo que el propio Tío Sam pinta.
El hecho de que el sistema THAAD ponga bajo protección a todos los cuarteles estadounidenses en la península, mientras que dejará desprotegidas a la capital surcoreana, Seúl, y las ciudades adyacentes en donde habita la casi mitad de la población de la República de Corea, desenmascara totalmente la agenda oculta de Washington.
Para empezar, el despliegue del THAAD en suelo surcoreano constituye un paso crucial para subsanar el talón de Aquiles que padece el sistema de defensa antimisiles de EEUU en la región de Asia-Pacífico, el cual siempre ha sido blanco de críticas por su capacidad inadecuada de reconocimiento.
Con la ayuda del radar de banda X del THAAD, cuyo alcance de vigilancia puede llegar a más de 1.900 kilómetros de la Península de Corea, cubriendo casi la mitad del territorio de China y la parte meridional del Extremo Oriente de Rusia, EEUU puede aumentar efectiva e inmediatamente la exactitud de reconocimiento.
Además, de ser desplegado, el THAAD ayudaría al Ejército norteamericano a recopilar datos de radar sobre ojivas y señuelos de misiles estratégicos chinos y rusos a través de la vigilancia de sus pruebas, lo que le permitiría neutralizar la capacidad de disuación nuclear de ambos países.
En resumen, desplegar el THAAD en territorio surcoreano para hacer frente a la llamada "amenaza de misiles" de un "Estado canalla" no es nada más que un drama autodirigido y autointerpretado por el Tío Sam al estilo de Hollywood. Lo que está debajo del disfraz del salvador es explícito: su ansiedad estratégica y su insaciable apetito por la supremacía y la dominación.