Los esfuerzos internacionales para evitar el proteccionismo comercial serán un asunto clave en la cumbre del Grupo de los Veinte (G20) que se celebrará en septiembre de este año, dado que este tipo de prácticas están en ascenso en los últimos tiempos.
Durante esta semana, la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos anunció que pondrá en marcha una investigación sobre la quejas contra las compañías chinas del acero por la supuesta fijación de precios, el robo de secretos comerciales y la representación inadecuada del origen de sus exportaciones a EEUU.
Una decisión así está, inherentemente, en la misma línea que el proteccionismo comercial, y permite a las firmas locales abusar de las normas comerciales domésticas para impedir la entrada de competidores extranjeros. En este caso, la Corporación de Acero de Estados Unidos está, en verdad, buscando impedir prácticamente todas las importaciones de los mayores fabricantes chinos de este producto.
Las acusaciones están basadas en razones fundamentalmente arbitrarias, porque los precios de las exportaciones de acero a Estados Unidos solo pueden basarse en la oferta y la demanda del mercado. La actual situación es el resultado de un exceso de oferta en el mercado global de esta materia, lo que ha llevado los precios a sus niveles mínimos.
Es conocido que las empresas chinas son competitivas en ciertos segmentos del mercado del acero, mayormente como resultado de sus ventajas comparativas. El comercio internacional es, en esencia, la división internacional del trabajo, mutuamente beneficiosa y basada en las ventajas comparativas.
Bajo esta división del trabajo, es natural que las firmas estadounidenses se centren en aquellos sectores en los que son buenas, mientras que las chinas se dedican a otras facetas.
Beneficia a todos, aunque las ventajas comparativas puedan cambiar a lo largo del tiempo, conforme una economía se desarrolla por una senda diferente, lo que podría significar un periodo de ajuste doloroso para algunas empresas.
Estados Unidos ha practicado con notoriedad el proteccionismo bajo varios pretextos, como las acusaciones por la fijación de precios o las erróneas preocupaciones por la seguridad nacional
Un informe del profesor de comercio internacional y desarrollo económico de la Universidad suíza de St. Gallen Simon Evenett probó que Estados Unidos está entre los cuatro miembros del G20 que ha implementado el mayor número de medidas proteccionistas.
Incluso las firmas chinas más destacadas como Huawei han sido víctimas de maniobras de este tipo.
El último caso de la industria de acero llega en un momento de bajo crecimiento global, que ha puesto presión sobre las empresas de acero con sobrecapacidad.
Estos movimientos no son, de ningún modo, beneficiosos. Al tiempo que dañarán claramente a los fabricantes chinos, también perjudicarán los intereses de los compradores estadounidenses, dado que tendrán que pagar precios más elevados por el material.
Las empresas estadounidenses tendrán, finalmente, que enfrentarse con desafíos también, y es inevitable que abandonen la carrera a largo plazo si se convierten en dependientes del proteccionismo para sobrevivir. Estados Unidos también perderá la oportunidad para afrontar sus problemas sistémicos más profundos.
También es posible que la maniobra estadounidense cause contramedidas y fricciones comerciales, lo que dañaría las industrias de ambas partes.
El proteccionismo comercial ha estado al alza durante una época en la que la economía global se están comportando de manera débil. Los países europeos han representado un espectáculo estrafalario sobre si cumplen con sus promesas de conceder a China el estatus de economía de mercado.
Además, los expertos dicen que el uso del Acuerdo de Asociación Transpacífico por parte de Estados Unidos como una herramienta para mantener a China fuera de los acuerdos comerciales globales va contra la esencia del comercio internacional.
El proteccionismo comercial debe ser combatido y el G20 deberían asumir el liderazgo en la cuestión, presionar a favor del acuerdo de facilicitación comercial de la Organización Mundial del Comercio, de la reducción de las barreras aduaneras y no aduaneras o de la negociación de acuerdos de libre comercio para ciertos sectores, como el de los productos ambientales.
Solo entonces podrá el comercio a lo largo del globo fluir libre y justamente, como debería.