Wang Nairu riega las plantas en el extremo norte del campus de la Universidad de Yale, donde su hija es estudiante postdoctoral.
Los espontáneos abuelos jardineros provienen de diferentes zonas urbanas y rurales de China. Ellos siguen reglas no escritas. Por ejemplo, los fertilizantes están permitidos, pero se prohíben los pesticidas y antes de ausentarte de Yale tienes que encontrar otra familia que se haga cargo de tu parcela de tierra.
"El jardín tiene éxito, comenta Zhang, porque los que los trabajamos pertenecemos a una generación más paciente".
Todas las plantas son comestibles. La cosecha incluye variedades de frijoles, cebolla, tomates y especias como el cilantro.
Los productos, cultivados de semillas compradas en el barrio chino de Nueva York y en algunos mercados asiáticos locales, se comparten con otras familias chinas que viven en la zona.
Los únicos problemas han sido esporádicos casos de robos o vandalismo.
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