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Es hora de que Abe practique lo que predica

Actualizado a las 11/11/2014 - 09:56
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Por Deng Yushan

BEIJING, 10 nov (Xinhua) -- Las congeladas relaciones entre China y Japón parecen haber entrado finalmente en un periodo de deshielo, con el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, reuniéndose por primera vez hoy lunes en Beijing.

En sus conversaciones, Xi y Abe apoyaron el consenso de cuatro puntos alcanzado el viernes entre el consejero de Estado de China Yang Jiechi y el jefe del Secretariado de Seguridad Nacional japonés, Shotaro Yachi, y reafirmaron su disposición de avanzar las relaciones bilaterales.

A raíz de la reunión histórica, y en vista de las realidades de la interacción entre China y Japón, la principal prioridad ahora mismo es que Tokio honre su compromiso y se una a China con acciones concretas, con el objetivo de restaurar completamente el vigor de las relaciones bilaterales.

El encuentro cara a cara de ambos líderes ocurrió al margen de la 22ª reunión de líderes de las economías del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) acabó con semanas de rumores y especulaciones en la arena de los medios internacionales, y también, se puede deducir, que con meses de contactos y deliberaciones en los círculos de política externa de los dos países.

Dado que la relación entre China y Japón se lleva enfriando los últimos dos años, las conversaciones históricas entre Xi y Abe son especialmente significativas para la futura interacción entre dos de las economías más grandes del mundo, la segunda y la tercera respectivamente, y que también son actores principales para la estabilidad y el desarrollo regional.

Como bien es sabido, después de que las relaciones bilaterales cayeran en picado debido a la "nacionalización" por parte de Japón de las Islas Diaoyu de China hace dos años, la administración Abe ha dañado aún más los cimientos de los lazos bilaterales con repetidas provocaciones sobre temas históricos y territoriales. Ha sido solo recientemente que Tokio ha comenzado a pedir de manera abierta y a contactar en secreto con China a través de consultas por canales extraoficiales para que se celebre la cumbre.

Sin importar que es lo que ha hecho que Abe llegue a esta epifanía sobre su política sobre China, bien sea su ambición política, sus aspiraciones económicas o sus cálculos diplomáticos, encontrará en China a un socio dispuesto a sanar las relaciones, siempre y cuando Abe sea serio y sincero.

El hecho de que China haya aceptado la reunión es una clara manifestación de la magnanimidad y la sagacidad de Beijing. Dada la proximidad geográfica, la interconexión económica y la afinidad cultural entre los dos países, una sana relación entre China y Japón beneficia a ambas partes, y tanto el pueblo chino como el japonés la merecen y la necesitan.

Ahora que los dos países han mostrado su disposición a romper el hielo, lo siguiente que debería ocurrir es que tanto Beijing como Tokio utilicen plenamente su sabiduría y coraje para construir sobre el actual ímpetu y acelerar el deshielo.

Esto está destinado a suponer un reto. Que Tokio se haya mantenido en su camino erróneo durante demasiado tiempo ha creado una realidad agonizante y de la que no se puede escapar, por lo que las relaciones bilaterales no se van a poder arreglar de la noche a la mañana.

Pero considerando la insoportable pérdida que supondría su distanciamiento si este se mantiene, y el enorme beneficio que puede traer su reconciliación, la única manera viable de seguir adelante es que China y Japón continúen con su proceso de distensión.

La responsabilidad es principalmente de Abe. Tokio provocó la congelación de las relaciones entre China y Japón, y también Tokio ha pedido la reunión entre Xi y Abe. Ahora es momento de que Abe practique lo que predica.

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