Pekín, 26/06/2014(El Pueblo en Línea)- Feng Chan siempre se consideró un chico más en Holanda. Fue a una escuela holandesa, salía a divertirse con niños holandeses y hablaba el idioma con gran fluidez. Pero se sentía incómodo cuando veía a hijo y padre fundirse en un fuerte abrazo. O cuando los matrimonios se besaban en presencia de sus hijos.
La multiculturalidad del calendario lunar
Feng Chan (segundo a la derecha) con su esposa, hijos y padres en su restaurante familiar, ubicado en la ciudad holandesa de Zwolle. (Foto: China Daily)
A diferencia de muchos de los niños de la ciudad de Zwolle, Chan y sus hermanos no participan en las actividades fuera de la escuela. No toman clases de natación, tampoco lecciones de música ni se inscriben en asociaciones deportivas.
Cuando obtienen altas calificaciones, en lugar de recibir elogios de sus padres como les ocurre a otros niños, su familia lo inclina a pensar cómo hacerlo mejor la próxima vez.
Para este niño, los nombres de sus padres eran casi desconocidos. Mientras que sus otros amigos podían nombrar a sus padres, Chan sólo los llamaba "papito" y "mamita".
Siendo inmigrantes en los países bajos, en la década de 1970, sus padres estaban demasiado ocupados en su propio negocio: un restaurante. Ninguno de los dos tenía tiempo para atender las actividades extraescolares de Chan. Como muchos chinos formados bajo la educación tradicional, a sus padres les resultaba difícil expresar sus sentimientos físicamente o verbalmente, y siempre lo criaron desde una jerárquica posición de autoridad y respeto.