Después de pasar a lo largo de caminos entre acantilados y montañas vulnerables a aludes de tierra, Li llegó a la aldea Yongguang, a unos 2.700 metros sobre el nivel del mar y donde casi todas las casas se derrumbaron durante el sismo.
"La fuerza de un hombre es limitada, pero cuando miles de manos se unen, definitivamente somos capaces de superar las dificultades", dijo Li a los aldeanos. "El gobierno ayudará por todos los medios a resolver sus problemas", agregó.