El lanzamiento de la RPDC constituye el segundo intento del año para poner un satélite en órbita, aunque EEUU y sus principales aliados asiáticos lo consideran una prueba de misil balístico camuflada.
Corea del Sur manifestó su "gran preocupación" por el plan de Pyongyang, mientras que Japón advirtió que derribaría el cohete en caso amenazara su territorio.
Pyongyang, cuyo lanzamiento anterior en el mes de abril terminó en fracaso, ha defendido que su "satélite de la tierra de órbita polar" tiene únicamente fines pacíficos.