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Especial: Del maíz al chip, la emergencia de Guadalajara como el "Silicon Valley" mexicano

Por Xinhua | el 28 de junio de 2025 | 10:48

Por José Gabriel Martínez, Ricardo Montoya y Wu Hao

En los últimos 20 años, la capital del estado mexicano de Jalisco, Guadalajara, ha protagonizado una de las transformaciones más notables del panorama económico y tecnológico de América Latina.

Lo que antes era una ciudad conocida por su producción agrícola, su industria tequilera y su vocación manufacturera, hoy se posiciona como un clúster de innovación digital, tecnológica y creativa que le ha valido el sobrenombre de "el Silicon Valley mexicano".

Esta nueva identidad, lejos de ser un eslogan publicitario, es producto de un proceso sostenido de articulación entre empresas, universidades, centros de investigación y políticas públicas. La metrópoli tapatía ha dejado de ser solo un centro de maquila para convertirse en una incubadora de talento, ideas y desarrollos con impacto global.

Uno de los principales nodos de esta evolución es la Ciudad Creativa Digital (CCD), una iniciativa gubernamental gestada hace más de 15 años que encontró en Guadalajara el terreno ideal para su desarrollo, gracias a la ya consolidada tradición tecnológica y el capital humano especializado de la región.

Ubicada en el corazón de Guadalajara, la CCD se ha convertido en un símbolo de la transformación de la ciudad. Desde su creación, ha impulsado la formación de talento y el desarrollo de proyectos en sectores como la animación, el cine digital, el desarrollo de videojuegos y los contenidos interactivos.

Programas como CCD Conecta han capacitado a más de 1.700 personas y han abierto espacios de colaboración entre creativos, empresarios y académicos.

Alfredo Aceves, titular de la Agencia Estatal para el Desarrollo de Industrias Creativas y Digitales y el Fideicomiso CCD, defiende la visión de reconocer y potenciar la economía creativa como motor de desarrollo económico y social.

La CCD, dijo Aceves en entrevista con Xinhua, no es solo un espacio físico, sino un ecosistema de oportunidades que busca atraer talento, proyectos y empresas del sector audiovisual, de videojuegos, animación, diseño, música y tecnología interactiva.

Se trata de "posicionar a Guadalajara como un 'hub' donde conviven la creatividad y la tecnología con identidad latinoamericana", subrayó.

A unos 15 kilómetros de la CCD, aún dentro de la Zona Metropolitana de Guadalajara, el Centro para la Gestión de la Innovación y la Tecnología (Cegint) del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), una universidad jesuita con fuerte vocación social y tecnológica, también se consolida como un pilar de la transformación tecnológica de la urbe tapatía.

El coordinador del Cegint, Juan José Solórzano, lo resumió así: "El ITESO, como universidad, es parte importante del ecosistema de innovación y emprendimiento en Jalisco. Tener el Parque Tecnológico fortalece la vinculación con empresas, lo que amplifica la interacción entre la academia y el entorno productivo".

Fundado en 2004, el Cegint se ha convertido en un articulador clave entre la universidad y el sector empresarial. En su interior operan unidades como la Aceleradora de Empresas, el área de Innovación Abierta, la Desarrolladora de Empresas de Alto Impacto y la Transferencia de Conocimiento.

En conjunto, estas instancias impulsan proyectos en campos como la biotecnología, el software financiero y los materiales biodegradables.

"No solamente somos un parque inmobiliario", explicó Solórzano. "El propósito es que las empresas hospedadas aquí tengan un proyecto de interacción con la universidad. Los estudiantes colaboran en desarrollos, hay investigación conjunta con docentes, y también proyectos de desarrollo tecnológico".

Este modelo de colaboración entre empresas, academia y gobierno, conocido como "la triple hélice", ha permitido a Guadalajara avanzar del ensamblaje de hardware al diseño de software, del servicio tercerizado a la generación de propiedad intelectual.

"Cuando yo estudiaba, las grandes empresas tecnológicas ya estaban llegando a Guadalajara, pero era maquila", recordó Solórzano. "Poco a poco, detectaron el talento y pasaron a roles de desarrollo y diseño. Empezó a cambiar la forma en la que se veía a la ciudad: de maquiladora a generadora de conocimiento".

Casos como el de una empresa que desarrolló un "software bot" para automatizar procesos contables, y que terminó atrayendo inversión extranjera, ilustran la rapidez y el alcance de esta nueva dinámica.

Otro proyecto reciente, impulsado desde el ITESO, busca crear un material absorbente biodegradable que sustituya al usado en pañales desechables, lo que abre la puerta a soluciones tecnológicas con impacto ambiental global.

La evolución del ecosistema no ha sido una ruptura, sino una continuidad sofisticada de lo local a lo global. "La tecnología también regresa a sus raíces", reflexionó Solórzano. "Incluso la agricultura se ha beneficiado de esta revolución. Hoy hablamos de sensores, de riego inteligente, de monitoreo del ganado por GPS. Es como si la tradición agrícola se renovara con ciencia y con innovación", agregó.

La identidad tapatía de las empresas instaladas en la CCD y en el parque tecnológico del ITESO no está reñida con la internacionalización, en tanto muchas tienen clientes exclusivamente en el extranjero, lo que permite una retroalimentación constante entre necesidades globales y soluciones locales, alimentando un circuito virtuoso de innovación.

En tal sentido, el sector de los videojuegos es otro de los grandes impulsores del ecosistema. Uno de sus referentes es Amber México, filial de una empresa originaria de Rumania con presencia global y sede en la CCD.

Con 189 empleados y un centro de entrenamiento que ha capacitado a 3.800 personas en apenas dos años y medio, Amber es un ejemplo de innovación, impacto y formación de talento.

"Nos dedicamos a evolucionar el arte y ciencia del jugar. Se oye muy romántico, pero hacemos videojuegos para diferentes actores. Somos una agencia de desarrollo de juegos completos, casi todo, excepto marketing y publicación", precisó Jorge Francisco Suárez, gerente general de Amber México.

La empresa ha colaborado en títulos de alto perfil como Gotham Knights, Tetris Beats, con Apple, Pacman Jump para Bandai Namco, y desarrollan nuevas propiedades intelectuales como Sketches y Atropellando Zombis.

También experimentan con juegos para marcas en plataformas emergentes como Roblox: "Estamos construyendo el primer juego como servicio para marcas, para que no se queden obsoletas y sean relevantes para nuevas generaciones", añadió.

Amber es el único estudio en México con un centro de entrenamiento certificado por Epic Games para el uso de Unreal Engine. Este espacio, que ha formado a centenares de jóvenes, refuerza el valor de comunidad y el compromiso con el desarrollo del talento.

También participan activamente en el programa gubernamental Jóvenes Construyendo el Futuro, encaminando a favorecer las oportunidades laborales para la fuerza de trabajo joven. "Ayuda a borrar esa situación de que no pueden trabajar en videojuegos por falta de experiencia, que es muy usual", dijo Suárez.

El papel de la CCD ha sido clave en la trayectoria de Amber México. Suárez destaca su valor como estrategia conjunta de largo plazo (20 años) entre gobierno, universidades e iniciativa privada, una alianza que muestra cómo el impulso público puede facilitar el arraigo de empresas innovadoras y la formación de nuevas industrias.

La presencia de estudios como Amber México, junto a una generación de programadores, diseñadores y narradores digitales, consolida a Guadalajara como uno de los polos de desarrollo de videojuegos más importantes del país y América Latina.

También como uno de los mejores escenarios de la interacción temprana entre estudiantes y empresas, fundamental para nutrir la cultura de innovación que impera en la capital tapatía.

El ecosistema, sin embargo, no se construyó de la noche a la mañana. Requirió años de trabajo conjunto, cambios institucionales y una nueva forma de ver la relación entre academia, industria y gobierno.

"Antes las empresas venían a Guadalajara solo por mano de obra barata", remarcó Solórzano. "Hoy vienen por otra razón: vienen a interactuar con la academia, a encontrar junto con nosotros el origen de los problemas y a construir soluciones colaborativas".

La transformación también tiene un trasfondo generacional. Solórzano comparó la visión de sus bisabuelos, centrada en el oficio heredado y la comunidad inmediata, con la de los jóvenes actuales: "Ellos parten desde otro lugar, ven otro tipo de problemas y proponen otras soluciones. Ya vienen con otro chip".

Desde su fundación en 1542, Guadalajara ha sido una ciudad de tránsito, intercambio y encuentro. Hoy, esa vocación quiere materializarse en una economía basada en el conocimiento, la creatividad y el desarrollo tecnológico. Del maíz al chip, la ciudad ha sabido reinventarse sin perder su identidad.

Como lo resumió Solórzano: "Guadalajara antes era principalmente agrícola. Agave, ganadería, comercio local. Luego llegó la maquila. Pero lo que estamos viviendo ahora es otra cosa: un ecosistema de creatividad, de tecnología, donde ya no solo ensamblamos, sino que desarrollamos desde cero, diseñamos, innovamos, exportamos ideas".

Con esta visión, Guadalajara no se limita a proyectarse como el "Silicon Valley mexicano". Va más allá: como un modelo latinoamericano de articulación entre tradición e innovación, entre identidad local y ambición global.

(Web editor: Rosa Liu, Zhao Jian)