español>>Opinión

Detrás de las manzanas de Yan’an en el espacio hay una historia de esfuerzo y continuidad

Por DIARIO DEL PUEBLO digital | el 21 de noviembre de 2025 | 14:46

Por Ding Gang

(Ilustración: Chen Xia/GT)

Cuando los astronautas chinos mordieron una manzana fresca cultivada en Yan'an, una ciudad en el norte de la provincia de Shaanxi, fue un acto ordinario que tenía una resonancia poco común.

Mientras la nave espacial Shenzhou-21 regresaba recientemente al sitio de aterrizaje de Dongfeng, las manzanas de Yan'an viajaron al espacio por undécima vez. Hay estrictos requisitos de calidad para cada manzana. Esa pequeña fruta, llevada desde las mejores áreas de cultivo de manzanas de China hasta el silencio de la órbita, conectó el pasado revolucionario del país con sus ambiciones tecnológicas actuales.

La manzana, por supuesto, es comida, pero también es una metáfora: una conversación entre la historia y el desarrollo, entre los ideales que la nación una vez sostuvo y la ciencia que ahora extiende su alcance hacia las estrellas.

Yan'an ocupa un lugar único en la memoria moderna china. Situada en la meseta de Loess del noroeste de China, sirvió como base del Partido Comunista de China (PCCh) desde mediados de la década de 1930 hasta1940. Fue allí donde el PCCh condujo a la nación hacia la victoria en la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa. Desde viviendas en cuevas talladas en los acantilados, Mao Zedong, Zhou Enlai y sus compañeros planearon el camino hacia una nueva China.

En esos años de escasez, surgió un ethos particular, más tarde conocido como el Espíritu de Yan'an: autosuficiencia y trabajo arduo. Se convirtió en una base moral que ha influido silenciosamente en el enfoque del país hacia la reforma y la modernización desde entonces.

Durante décadas, las condiciones naturales de Yan'an fueron desafiantes. Las laderas eran secas y frágiles, y la gente dependía de lluvias irregulares para sobrevivir. Sin embargo, esa dureza fomentó la resiliencia. En 1947, los agricultores locales comenzaron a plantar manzanos en colinas áridas, logrando "vida verde" del "suelo amarillo". Con el tiempo, la ciencia y las políticas transformaron ese frágil experimento en una de las industrias de manzana más grandes del mundo.

Desde los años 80, técnicas como el riego por goteo se han extendido por toda la región. La logística de la cadena de frío ahora permite que la fruta de Yan'an recorra miles de kilómetros sin perder frescura. Hoy en día, más de tres millones de Mu de huertos cubren las colinas, produciendo más de cinco millones de toneladas de manzanas al año. El crecimiento de la industria de la manzana en Yan'an no es simplemente un éxito económico, es la continuidad de un espíritu antiguo: la creencia de que, con esfuerzo, conocimiento y paciencia, incluso la tierra más dura puede llegar a ofrecer algo nuevo.

Para los agricultores que cuidaban esos árboles, ver su fruto a bordo de una nave espacial es símbolo de orgullo y afirmación de que su trabajo importa. Esa labor estuvo una vez arraigada en tierras áridas, y ahora los frutos de su esfuerzo han "volado" literalmente por encima de las dificultades.

La conexión entre el programa espacial de China y los huertos de Yan'an no solo es poética, sino que también encarna una continuidad: la fusión del idealismo y el pragmatismo, donde el sueño colectivo coexiste y se armoniza con la exploración práctica. Ingenieros en laboratorios y agricultores en los campos comparten, al menos metafóricamente, una mentalidad común: la resistencia y la fe en el progreso constante.

En la década de 1940, la gente en Yan'an creía que la convicción misma podía transformar el destino de una nación. Hoy, sus descendientes han combinado esa convicción con la ciencia y la industria. Desde las cuevas iluminadas por velas de la era revolucionaria hasta los laboratorios de investigación de la era espacial, el camino ha sido largo, pero el hilo subyacente es claro: la determinación inquebrantable de lograr la superación personal nunca ha vacilado. Para muchos fuera de China, su ascenso puede parecer repentino: de bicicletas a trenes de alta velocidad, de aldeas empobrecidas a programas de exploración lunar.

Pero historias como la de la manzana de Yan'an nos recuerdan que la transformación de China se basa en raíces profundas, tanto culturales como emocionales. Se ha fundado tanto en la mentalidad como en la política, moldeada por generaciones que sostenían que el progreso, aunque incierto, es un imperativo moral. Yan'an fue el lugar donde China imaginó un futuro, y donde esa imaginación se ha renovado una y otra vez.

El viaje de la manzana, desde una ladera empobrecida hasta el silencio de la órbita, refleja la misma creencia que acompañó a una generación a través de la adversidad y el aislamiento: que el cambio comienza con el esfuerzo, y que la perseverancia puede convertir incluso el polvo de la historia en alimento.

Se puede imaginar un momento sereno y simétrico: un astronauta chino flotando en ingravidez, saboreando una manzana nacida en el mismo lugar donde, décadas atrás, los revolucionarios fraguaron la revitalización de la nación.

El autor es editor principal del Diario del Pueblo e investigador principal del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China.

(Web editor: Rosa Liu, Zhao Jian)