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¡Basta ya del garrote de visas!

Por DIARIO DEL PUEBLO digital | el 20 de noviembre de 2025 | 14:47

Por Lu Daxin

Recientemente, Estados Unidos ha adoptado una nueva medida extrema en lo que suele considerar como su “patio trasero” -Centroamérica, incluyendo Panamá-: revocar las visas de quienes mantienen relaciones buenas o cercanas con China. Como si fuera poco, el embajador estadounidense en Panamá declaró abiertamente que una visa estadounidense no constituye un derecho, sino un privilegio, sin el mínimo disimulo de su postura arrogante. Ante ello, el Presidente panameño, José Raúl Mulino, expresó con indignación en una conferencia de prensa: “Eso no es coherente con una buena relación que yo aspiro a mantener con EE.UU.”. La visa, salvoconducto en promoción del intercambio de personal y en fomento de los lazos entre países, queda así relegada a un papel como arma de coerción e injerencia en manos de EE.UU.. En esencia, se trata de una intentona de someter a otros países mediante presiones políticas y económicas.

¿“Estado de derecho” o “hegemonía disfrazada de legalidad”? La emisión de visas depende, sin duda, de las leyes y regulaciones de cada país. Sin embargo, cuando esta emisión tiene como objetivo interferir en los asuntos internos de otros Estados y ejercer jurisdicción de brazo largo, será un acto “ilegal” bajo la excusa del “estado de derecho”. El Artículo 2 de la Carta de la ONU establece: “Ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados”. Asimismo, la Declaración de Principios de Derecho Internacional, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1970, enfatiza: “Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de ningún otro”, y “Todo Estado tiene el derecho inalienable a elegir su sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia en ninguna forma por parte de ningún otro Estado”. A pesar de ello, EE.UU. interfiere en los intercambios y la cooperación normales entre China y los países centroamericanos, utilizando las visas como herramienta para obstaculizar la cooperación con China de los países concernientes, lo que menoscaba sus derechos e intereses legítimos, sabotea flagrantemente el estado de derecho internacional y el orden internacional, y revela el carácter hegemónico de la política estadounidense.

¿“Igualdad y beneficio mutuo” o “supremacía propia”? El Preámbulo de la Carta de la ONU empieza reafirmando “la fe en la igualdad de derechos de las naciones grandes y pequeñas”, mientras su Artículo 2 dispone: “La Organización está basada en el principio de la igualdad soberana de todos sus Miembros”. Asimismo, la Declaración de Principios de Derecho Internacional de 1970 subraya: “Los propósitos de las Naciones Unidas sólo podrán realizarse si los Estados disfrutan de igualdad soberana y cumplen plenamente las exigencias de este principio en sus relaciones internacionales”. Dicha Declaración ofrece una exposición más detallada sobre el principio de igualdad soberana, el cual comprende, entre otros aspectos, la igualdad jurídica de los Estados, el deber de cada Estado de respetar la personalidad de los demás Estados, y el deber de Cada Estado de cumplir plenamente y de buena fe sus obligaciones internacionales y de vivir en paz con los demás Estados. No obstante, EE.UU., al esgrimir a su antojo el garrote de visas, trata de hecho a Centroamérica como su “patio trasero” y recurre a su poderío nacional más fuerte para coaccionar a los países de la región a acatar sus órdenes. Esta conducta no solamente contradice la promesa de “respeto mutuo, igualdad y beneficio mutuo” que Washington hizo en la Cumbre de las Américas de 2022, y viola el principio de igualdad soberana de los Estados, sino que también deteriora gravemente las normas básicas que rigen las relaciones internacionales basadas en los propósitos y principios de la Carta de la ONU.

¿“Cooperación de ganancia compartida” o “EE.UU. primero”? La Carta de la ONU establece en su Artículo 2: “Los Miembros de la Organización cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta”. Asimismo, la Declaración de Principios de Derecho Internacional de 1970 destaca: “Los Estados tienen el deber de cooperar entre sí, independientemente de las diferencias en sus sistemas políticos, económicos y sociales, en las diversas esferas de las relaciones internacionales”. Sin embargo, EE.UU. no solo se niega a cumplir su obligación de cooperar de buena fe, sino que también actúa de manera contraria a la razón y al espíritu del multilateralismo, imponiendo su propia voluntad por encima de las normas internacionales, recurrir a restricciones de visas para obstaculizar los intercambios y la cooperación normales entre China y los países centroamericanos. ¿Y esto qué es si no es una actitud hegemónica?

En los últimos años, la cooperación entre China y los países centroamericanos con que ella tiene relaciones diplomáticas ha venido profundizándose. Resultados de cooperación, tales como biblioteca, estadio y centro de convenciones, han mejorado el bienestar social y contribuido al desarrollo local, mientras la cooperación en inversión y comercio ha generado más empleos y oportunidades de crecimiento para los países de la región. Gracias a ello, este “jardín de flores” de Centroamérica goza de creciente tranquilidad y prosperidad. A medida que se fortalece el desarrollo económico regional y mejoran las condiciones de vida, más centroamericanos pueden vivir y trabajar con tranquilidad y felicidad en su propia tierra, y hay mayores probabilidades de aliviar problemas estructurales como la migración irregular. Estos avances, correspondientes a los propios intereses estadounidenses, bien deberían haber sido acogidos con beneplácito por EE.UU.. Sin embargo, las fuerzas antichinas de EE.UU., aferradas a intereses estrechos y miopes y a una mentalidad de Guerra Fría de suma cero, se obstinan en instigar a tensiones y confrontación, perturbando la paz y la tranquilidad en su vecindad, lo que no puede sino hacer sentir lástima.

En 1973, el Consejo de Seguridad de la ONU convocó una reunión en la Ciudad de Panamá, haciendo debates acerca del proyecto de resolución sobre la abolición del antiguo tratado del Canal y el apoyo a un nuevo convenio más justo y equitativo. El texto no fue aprobado debido al veto de EE.UU.. El entonces Canciller panameño, Juan Antonio Tack, expresó con firmeza: “EE.UU. vetó a Panamá, pero el mundo vetó a EE.UU.”. La historia es un espejo. Aunque el poder de la fuerza puede imponerse temporalmente, la justicia perdura en el corazón del pueblo. Sean cañoneras o visas, ¡ningún garrote puede detener la voluntad popular, ni mucho menos la corriente imparable del progreso histórico!

(El autor es observador en asuntos internacionales.)

(Web editor: 周雨, Zhao Jian)