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Repartidor discapacitado destaca por su sentido de superación y responsabilidad social
Por Zhu Youfang y Liu Boqian

Li Xiangyang trabaja en las calles de la Ciudad Antigua de Fenghuang, provincia de Hunan. (Foto: China Daily)
Un repartidor nacido en Hunan que perdió ambos brazos a la temprana edad de cuatro años ahora dirige una organización benéfica y continúa superando los límites de lo que puede hacer. Cada día en la Ciudad Antigua de Fenghuang, un popular destino turístico en la provincia de Hunan, Li Xiangyang, nacido en 1995, se desplaza por callejones estrechos en su vehículo eléctrico.
Como no tiene manos, Li ha desarrollado sus propios métodos: ha fijado su teléfono a un tronco con un soporte magnético; luego se pone rodilleras, asegura una caja negra de entrega, pide al personal del restaurante que le entregue los pedidos, y después sale a realizar las entregas.
"El monociclo satisface mis necesidades", asegura Li. "Mi récord hasta ahora es entregar cinco pedidos en un solo viaje".
Cuando se le preguntó por qué trabaja tan duro, exclamó: "Solo ganándome la vida puedo obtener confianza y dignidad."
La discapacidad de Li llegó tras un accidente con un transformador eléctrico que tenía una fuga. Desd entonces, aprender habilidades básicas para sobrevivir se volvió crucial. Comenzó a aprender técnicas relacionadas cuando apenas tenía cinco o seis años y fue progresando lentamente. Tareas tan simples como sostener palillos o una cuchara con el pie le tomaron meses de ardua práctica. A principios de su adolescencia, Li podía usar sus pies para comer y vestirse.
Después del accidente, la familia de Li contrajo una gran deuda para pagar su tratamiento y se mudaba con frecuencia en busca de trabajo.
"La mayor dificultad fue psicológica", recuerda Li. "Sin manos, y proveniente de una familia pobre, me sentía humillado. Además, me preocupaba el matrimonio y cómo encontrar trabajo. No podía dormir. Cuando cerraba los ojos, me aterraba el futuro."
Ese miedo lo impulsó a esforzarse aún más. Li se casó en 2016 y ahora es padre de dos hijos. Durante años, la familia dependió principalmente de los ingresos del puesto callejero de Li, donde escribía caracteres con los pies. Pero los ingresos variaban según el clima y el número de turistas, por lo que era difícil poder ahorrar. En julio de este año, Li comenzó a trabajar como repartidor de comida.
Convertirse en repartidor trajo nuevos desafíos. Manejar un teléfono, gestionar pedidos y navegar mientras se conduce requiere habilidades que muchas personas dan por sentadas.
"Al principio llevaba los pedidos a mano, pero mis muñones se lastimaban, lo que limitaba la cantidad de pedidos que podía aceptar. Solo podía entregar un pedido a la vez, así que no ganaba mucho dinero", detalla.
Li pasa ahora sus mañanas entregando comidas, y las tardes en el puesto callejero donde escribe caligrafías. A menudo trabaja hasta cerca de las once de la noche. Para él, el trabajo significa más que obtener ingresos, le aporta un orgullo de logro.
"La gente a menudo se sorprende cuando puedo encontrar direcciones de manera confiable y entregar comidas a sus hogares; con frecuencia me ofrecen palabras de aliento. No solo me dan propinas, sino también apoyo moral. Mi actitud puede inspirar a otras personas con discapacidad a salir de sus casas y hacer más", precisa Li.
Después de más de un mes de arduo trabajo, Li ha logrado ganado casi 2.000 yuanes (280.39 dólares).
"Como discapacitado, ser el principal sostén de la familia sigue siendo una fuente de presión para mi", admite Li. "Pero la sociedad y el gobierno están atentos a las personas con discapacidad y nos han ofrecido mucha ayuda. A pesar de todo, confío en que podré seguir cuidando de mi familia".
Li subraya que muchas personas han sido amables con él. Esa generosidad lo inspiró a entrar al servicio público.Recuerda a un vendedor de fideos que lo alimentó cuando era niño, a los taxistas que no le cobraban por llevarlo hasta que aprendió a montar en monociclo, y a los funcionarios locales que ayudaron a su familia a obtener un apartamento de alquiler público cuando su casa alquilada se deterioro severamente.
En 2016, Li se unió a la Asociación de Bienestar Público Shannabian en Fenghuang. Ahora visita escuelas para ofrecer charlas motivacionales, enseña a los estudiantes a escribir caligrafía y ofrece asesoramiento psicológico y servicios a personas con discapacidad.
En la última década, Li ha pasado de ser un voluntario común a convertirse en secretario del comité del Partido Comunista de China de la Asociación de Bienestar Público Shannabian.
"Pasé de temer al trabajo cuando era joven a convertirme en padre de dos hijos y llegar a tener una familia feliz. Me siento agradecido con mi sociedad", concluyó Li.


