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Açaí, el "oro negro" amazónico que impulsa la economía familiar y la reforestación en el norte de Brasil
Bautizado como el "oro negro" de la Amazonía, el açaí -una fruta nativa de la región reconocida por su sabor único y valor energético- se ha convertido en un fenómeno global. Su creciente popularidad ha disparado la demanda internacional, impulsando un aumento en la producción, principalmente en Brasil, que busca abastecer tanto el mercado interno como el externo.
Recientemente, la Embajada de China en Brasil publicó en la red social X que "¡el açaí conquista paladares en China! Ya disponible en ciudades como Beijing, Shanghai, Shenzhen y Guangzhou, la superfruta amazónica gana espacio en las tiendas de bebidas, atrayendo consumidores chinos por el sabor único y los beneficios a la salud".
Esta proyección internacional ha hecho que el açaí se convierta en motor económico en la región amazónica brasileña. El fruto genera unos ingresos anuales estimados en 1.000 millones de dólares, con el estado de Pará, en el norte del país, concentrando cerca del 95 por ciento de la producción nacional.
Uno de los ejemplos más concretos de este auge es la Cooperativa Renovar, ubicada en la zona rural de Parauapebas, a unos 700 kilómetros de Belém, la capital regional. Apoyada por el Fondo Vale -brazo social de la minera brasileña-, esta cooperativa reúne a pequeños agricultores que han transformado áreas antes dedicadas a la ganadería en plantaciones de açaí, generando ingresos y contribuyendo a la recuperación ambiental.
"El açaí se considera el 'oro negro' aquí en Brasil. Cada vez más gente lo cultiva, y eso es bueno, porque quienes antes tenían áreas degradadas ahora están plantando y protegiendo sus fuentes de agua, al mismo tiempo que obtienen ingresos", señaló Sérgio Vieira, uno de los agricultores de la cooperativa, a Xinhua.
Con 9,5 hectáreas de cultivo, Vieira asegura que el interés global por el fruto ha incentivado la recuperación de tierras antes improductivas.
"Muchos están cediendo áreas que antes se usaban para el ganado. El açaí de secano, como lo llamamos, necesita riego, y eso genera trabajo y organización entre los productores. La tendencia es que la cantidad de plantaciones aumente en los próximos años, pero aun así no será suficiente para atender toda la demanda", comentó.
El cultivo, sin embargo, enfrenta desafíos. La inversión en fertilizantes y sistemas de riego es alta, lo que dificulta la expansión para pequeños productores.
"Los insumos son muy caros. Si pudiéramos comprar directamente a las empresas, ahorraríamos hasta un 40 por ciento. Por eso, fortalecer las cooperativas es esencial", dijo Vieira, quien también destacó la importancia del apoyo logístico de grandes socios para reducir costos.
El agricultor explicó que el açaí comienza a producir a los tres años y medio de su siembra, y puede mantenerse productivo hasta por 15 años.
"En mi caso, llevo seis años con la plantación y dos años y medio produciendo. Hoy tengo unas 12.000 plantas, y la producción ronda los 4.000 kilos por hectárea al año, aunque con buen manejo puede llegar a 7.000 kilos", detalló.
La cosecha, realizada de forma manual, exige rapidez y cuidado.
"Cuando llega la época, hay que cosechar rápido para que no se caiga el fruto. Si se pierde el tiempo de cosecha, se pierden ingresos. El açaí de riego nos permite producir cuando el nativo escasea, y eso hace que su precio se duplique o incluso más", comentó.
El fruto recolectado se vende principalmente a compradores locales, quienes lo procesan y distribuyen a otras regiones o al exterior.
Vieira planea construir una cámara frigorífica para poder almacenar y comercializar directamente su producción. También aprovecha los residuos del procesamiento para fabricar composta o alimento para el ganado, en un ejemplo de aprovechamiento integral.
"Después de procesarlo, el coco del açaí puede usarse en la alimentación del ganado como fuente de energía, sustituyendo parcialmente al maíz. Eso reduce costos y mejora la sostenibilidad del sistema", explicó el productor, quien también cultiva moringa y ha reducido el área dedicada al pasto para aumentar la siembra de frutas amazónicas.
Otro integrante de la cooperativa, Marconi Aguiar, recordó los problemas causados por la minería ilegal, el llamado garimpo, que llegó a contaminar los ríos usados para riego.
"El problema del garimpo aquí es que contamina gravemente el agua, que usamos para el riego. Las plantas se enfermaban y morían. El agua bajaba con aspecto de lodo, no era agua limpia", relató.
Según Aguiar, el fortalecimiento de la fiscalización federal ayudó a revertir la situación.
"Hoy todo mejoró. La producción se recuperó al 100 por ciento, incluso el sabor del açaí volvió a ser el de antes. Pero cada uno aquí tiene su especialidad; en mi caso, prefiero dedicarme a la guayaba, que puede producir hasta 120 kilos por planta al año. Hay espacio para todos los cultivos cuando se cuida el suelo", afirmó.
El fenómeno del açaí en Pará también se refleja en la historia de agricultores mayores como Tadeu Pereira dos Santos, de 76 años, quien cambió el plátano por el "oro negro" hace seis años.
"El plátano no funcionó, se enfermaba y se secaba. Con el açaí, todo cambió", comentó.
En su pequeña propiedad de poco más de una hectárea, Pereira cuida personalmente unas 1.200 plantas.
"En estos días ya cosechamos entre 10.000 y 20.000 kilos. La demanda es tan grande que nos llaman del pueblo preguntando cuándo vamos a cosechar y cuántas bolsas habrá disponibles", afirmó con orgullo Pereira dos Santos.
A pesar del esfuerzo físico que exige el trabajo, el productor aseguró que vale la pena.
"Para mí, el mayor desafío es el mantenimiento, limpiar, cuidar y cosechar. Pero el açaí es vida. Es lo que sostiene nuestra familia", afirmó.
Más allá de los ingresos, el auge del açaí está promoviendo la reforestación y la recuperación de suelos. Al reemplazar pastizales degradados por cultivos sostenibles, los agricultores ayudan a restaurar los ecosistemas y conservar los recursos hídricos, al tiempo que construyen una alternativa económica viable.
"Hoy, el mundo cambió mucho. Los grandes productores dominan la ganadería, pero los pequeños tenemos oportunidades con el açaí. Podemos producir en áreas pequeñas y vivir bien", resumió Vieira.
El caso de la Cooperativa Renovar es un ejemplo de cómo la agricultura sostenible puede combinar desarrollo económico con preservación ambiental. Con acceso a asistencia técnica, crédito y mejores insumos, los agricultores esperan seguir expandiendo la producción para abastecer al mercado brasileño y a la creciente demanda internacional, especialmente desde países como China.
"La fruta amazónica ya cruzó océanos. Si fortalecemos el campo, el açaí seguirá siendo el símbolo de una Amazonia viva y productiva", concluyó Vieira, mientras observaba los racimos morados que maduran bajo el sol intenso del norte brasileño.