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Brasileños deportados denuncian maltratos y amenazas de agentes migratorios de EEUU
Por Pablo Giuliano
Brasileños deportados de Estados Unidos denunciaron hoy domingo que en el vuelo de repatriación al país sudamericano recibieron amenazas y maltrato físico o psicológico por parte de los agentes migratorios estadounidenses que los custodiaron durante el trayecto, que les colocaron esposas y grilletes.
"Fue algo terrible. Viajé atado de brazos, piernas y la cintura. No nos respetaron para nada, nos pegaron", dijo el brasileño deportado, Carlos Vinicius de Jesús, de 29 años de edad, quien antes había cruzado en forma ilegal la frontera entre México y Estados Unidos.
"Dijeron que iban a derribar el avión, que ellos iban a bajarse y que no les importaba si el avión se caía", agregó Vinicius de Jesús, en referencia al primer vuelo de deportaciones colectivas de brasileños desde que asumió su nuevo mandato presidencial Donald Trump, el pasado 20 de enero.
La aeronave utilizada por Estados Unidos había despegado el 24 de enero de la ciudad estadounidense de Alexandria, en el estado de Virginia con destino a Belo Horizonte, la capital del estado brasileño de Minas Gerais (sureste), pero por problemas técnicos con el sistema de aire acondicionado tuvo que aterrizar en Manaos, en el norte amazónico de Brasil.
El Gobierno de Brasil intervino entonces con las autoridades estadounidenses para impedir que el vuelo continuara, además de liberar a los deportados de las esposas y los grilletes, así como trasladarlos en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña, luego de proporcionarles alimentos y servicios sanitarios.
Entre las personas que fueron repatriadas se encontraban Sandra Pereira de Souza, de 36 años de edad, su marido Alisdecio Gonçalves dos Santos, de 49 años, además de sus dos hijos pequeños.
Pereira de Souza contó que vivió momentos realmente llenos de tensión, desde el trato que recibieron hasta la falta de condiciones en el avión.
"Sufrimos una tortura desde que salimos de Luisiana (Estados Unidos). Estaba claro que el avión tenía un problema. Creo que fue una falta de compromiso de su parte hacia los seres humanos, teníamos mucho miedo de morir", dijo la mujer.
La brasileña detalló que uno de sus hijos que es asmático sufrió incluso una crisis por el intenso calor, a causa de la descompostura del sistema de aire acondicionado.
"Estados Unidos nos tendió una trampa. Desde hace tres años vivíamos allí y estábamos haciendo los trámites migratorios. Nos convocaron a una reunión y de allí ya no pudimos regresar a casa", dijo la migrante, cuyo marido contó a su vez que "gracias" al Gobierno del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, "pudimos terminar ese vuelo".
Varias de las personas que fueron trasladadas también mostraron heridas en sus cuerpos, producto del maltrato físico y la falta de espacio para moverse en el avión.
Fue el caso de Kaleb Barbosa, de 28 años, quien contó al canal brasileño de noticias Globo las condiciones en que se encontraban.
"El avión estaba en condiciones precarias, tuvo que viajar con un mecánico dentro del avión, algo que nadie había visto antes. El momento más difícil fue cuando el aire acondicionado paró de funcionar. Había gente desmayada. Detenían las turbinas del avión en pleno vuelo, parecía una película de terror", dijo.
El Gobierno de Brasil accionó entonces a la Policía Federal y a la Fuerza Aérea Brasileña, así que los connacionales que arribaron "esposados" de inmediato fueron recibidos y liberados de las esposas, al encontrarse en territorio nacional y de acuerdo con los protocolos de seguridad del país.
El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Ricardo Lewandowski, dijo a su vez que informó al presidente Lula da Silva de "la flagrante" falta de respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos brasileños.
"El Ministerio de Justicia y Seguridad Pública destaca que la dignidad de la persona humana es un principio básico de la Constitución federal y uno de los pilares del Estado democrático de derecho, configurando valores innegociables", agregó.
El vuelo de repatriación de brasileños procedente de Estados Unidos tenía como destino final la ciudad de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais (sureste), el segundo más poblado de Brasil, región a la que pertenece la mayoría de los brasileños deportados.