- Más
Países latinoamericanos dicen "NO" a la política monroísta de Trump hacia ALC
Imagen del 19 de enero de 2025 del presidente electo estadounidense, Donald Trump, hablando durante un mitin de la victoria llevado a cabo en la Arena Capital One, en Washington, D.C., Estados Unidos. (Xinhua/Li Rui)
Con la introducción de nuevas políticas para restringir la migración, la reincorporación a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo y la reiteración de la propuesta de recuperar el control del Canal de Panamá, el 20 de enero día de la investidura de Donald Trump, el presidente estadounidense volvió a esgrimir "garrotes" contra los Estados latinoamericanos.
Varios países de Latinoamérica han expresado su firme oposición y han criticado severamente la conducta hegemónica de EE. UU., considerando que las nuevas políticas de Trump hacia América Latina y el Caribe ponen de relieve el resurgimiento de la "Doctrina Monroe" y las aspiraciones expansionistas de EE. UU.
Consideran que, mediante la implementación de una serie de medidas bajo el lema "Estados Unidos Primero", el nuevo gabinete de Trump espera consolidar la influencia estadounidense en América Latina y así reconfigurar un régimen neocolonial en esta región.
CRISIS MIGRATORIA FABRICADA
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el mismo día de su investidura una orden ejecutiva que declara una emergencia nacional, autorizando el uso de fuerzas militares en la frontera con México para "asegurar la frontera" y repeler lo que calificó como "formas de invasión", incluyendo la migración hacia territorio estadounidense.
Además, Trump ordenó reinstaurar el programa migratorio "Quédate en México" y aprobó una medida para negar la ciudadanía a los hijos de inmigrantes indocumentados nacidos en Estados Unidos, intensificando aún más las tensiones migratorias en la región.
Los países de América Latina han expresado su profunda preocupación ante las deportaciones masivas anunciadas por Trump. Como principales fuentes de inmigrantes indocumentados hacia Estados Unidos, estas naciones dependen significativamente de las remesas enviadas desde ese país, que representan una fuente vital de ingresos para economías como las de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua.
Según datos oficiales, en Estados Unidos residen aproximadamente 11 millones de inmigrantes indocumentados, de los cuales más de siete millones provienen de países latinoamericanos.
Frente a estas órdenes ejecutivas, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, afirmó que su Gobierno defenderá la independencia, la soberanía y los derechos de los mexicanos en Estados Unidos.
Asimismo, un grupo de diez países de América Latina y el Caribe, incluyendo a Brasil, Cuba y El Salvador, emitieron una declaración conjunta tras una reunión ministerial celebrada el viernes 17 de enero en Ciudad de México, al considerar que las deportaciones masivas son incompatibles con los principios fundamentales de los derechos humanos y señalaron que estas medidas no abordan de manera efectiva las causas estructurales de la migración.
"No estamos preparados, en absoluto, para recibir a esa cantidad de personas retornadas", advirtió el sociólogo hondureño César Ramos.
"Trump ofrece una postura política neofascista en el tema migratorio, refleja una discriminación racial para la gente que no es blanca, especialmente latinos, y peor aún si proceden de Centroamérica", agregó.
Por su parte, Jaime Tamayo, internacionalista y politólogo mexicano de la Universidad de Guadalajara, analizó que las políticas de Trump buscan proyectar una imagen de firmeza frente a la migración, responsabilizando a los migrantes de los problemas internos de Estados Unidos y utilizándolos como chivos expiatorios para canalizar las tensiones internas.
"Esta acción afecta la percepción de amistad entre ambos países y pone en duda cualquier intento de cooperación bilateral efectiva", analizó.
PRESIÓN HACIA CUBA
A pocas horas de iniciar su mandato, Trump revocó la orden ejecutiva de hace apenas una semana con la que su predecesor Joe Biden retiró a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, elaborada por el Departamento de Estado estadounidense.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, consideró "un acto de arrogancia y desprecio por la verdad" el regreso del país a la lista y aseguró que Estados Unidos utilizó el listado como una "herramienta conveniente" para fortalecer "la cruel guerra económica contra Cuba con fines de dominación".
Países latinoamericanos como Venezuela, Bolivia, Nicaragua, y el organismo regional ALBA-TCP condenaron la decisión del nuevo presidente estadounidense y expresaron su apoyo hacia Cuba.
En su primer mandato, de 2017 a 2021, Trump recrudeció el bloqueo contra la nación caribeña al aprobar más de 240 sanciones y unos días antes de abandonar la Casa Blanca también la incluyó en el mismo listado.
Luis Ricardo Delgado, profesor de Ciencias Sociales de la Universidad de Carabobo de Venezuela, señaló que Trump al reincorporar a Cuba en la lista terrorista de EE. UU., ratifica su "postura de Guerra Fría avalada por los sectores conservadores de la Florida, encabezados por el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio".
Por su parte, Luis René Fernández, politólogo del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI) de la Universidad de La Habana de Cuba, consideró que la elaboración de dicha lista, más que un análisis serio basado en hechos, refleja una manipulación política.
En ese sentido, comentó que la falta de coherencia en las decisiones no solo debilita la credibilidad de Estados Unidos en la arena internacional, sino que también expone la naturaleza caótica y errática de las políticas de Trump, que crea una situación insostenible encaminada a restablecer el sistema de dominación neocolonial en condiciones extremas.
AUGE DEL EXPANSIONISMO
Desde finales del año pasado, Trump ha declarado repetidamente que el Canal de Panamá era un "activo nacional vital" para EE. UU. y ha amenazado con retomar su control. En su discurso de investidura, el presidente estadounidense volvió a insistir en "recuperar" el Canal de Panamá.
Como respuesta, el presidente panameño, José Raúl Mulino, emitió inmediatamente un comunicado expresando su firme oposición "de manera integral".
"El Canal es y seguirá siendo de Panamá y su administración seguirá estando bajo control panameño con respeto a su neutralidad permanente", afirmó Mulino en el comunicado, reiterando que "el Canal no fue una concesión de nadie".
Por otra parte, el Gobierno panameño envió una carta al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, para expresar su descontento y exhortó a que el asunto sea sometido al Consejo de Seguridad del organismo.
En opinión del académico y politólogo panameño Richard Morales, Trump usa el unilateralismo y hegemonismo de EE. UU. como táctica de negociación para "intimidar a los países y extraer concesiones, principalmente la de aumentar la presencia militar, política y económica estadounidense".
Mientras para Luis Delgado, el nuevo Gobierno estadounidense "tiene la voluntad de asegurarse una infraestructura estratégica para el comercio internacional" en la región, y tratará de "recuperar la región como su antiguo patio trasero o área de influencia exclusiva".
"Muy probablemente Washington ejercerá dichas presiones bajo amenaza de tomar medidas coercitivas unilaterales sobre ese país si se niega a aceptar las condiciones de EE. UU.", aseveró.
De acuerdo con Jaime Tamayo, las declaraciones de tono violento y agresivo de Trump, como su intención de retomar el Canal de Panamá, comprar Groenlandia o convertir a Canadá en un Estado estadounidense, entre otras, deben ser tomadas en serio, ya que "alimentan una narrativa peligrosa que podría incitar acciones concretas de violencia por parte de sectores radicales en Estados Unidos".
Respecto a la firma de una orden ejecutiva por parte de Trump para renombrar el golfo de México como "golfo de América", Tamayo comentó que, si bien el cambio de nombre no involucra algo relacionado con la soberanía, envía una señal del auge del expansionismo estadounidense.
En ese sentido, el experto instó a los países de América Latina a fortalecer sus lazos de cooperación y promover una estrategia multilateral para hacer frente a las políticas unilaterales de Estados Unidos.
"Solo así podremos enfrentar este nuevo monroísmo y defender nuestra soberanía", reafirmó.