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Represión tecnológica de EEUU contra China también ahoga perspectivas estadounidenses
Muestra de chips en exhibición en la segunda Exposición Internacional de Cadenas de Suministro de China, en Beijing, la capital del país, el 27 de noviembre de 2024. (Xinhua/Zhang Haofu)
En medio de la continua represión tecnológica contra China por parte de la administración estadounidense, las asociaciones industriales del país asiático han expresado una fuerte oposición a las recientes medidas de control de Estados Unidos sobre las exportaciones de semiconductores y han instado a sus empresas nacionales a ejercer cautela al adquirir chips de la nación norteamericana.
La llamada a la cautela está bien fundamentada, ya que las arbitrarias medidas de control de Washington han hecho que las cadenas de suministro de los chips estadounidenses sean inseguras y poco confiables.
Cuando la confianza y credibilidad en la adquisición de los productos de chips de las compañías estadounidenses están siendo sacudidas, sin duda vale la pena reflexionar sobre el porqué.
Impulsados por una mentalidad profundamente arraigada de la Guerra Fría, Estados Unidos ha recurrido a abusar del poder estatal para excluir a China de las cadenas de suministro clave y restringir la capacidad del país asiático para avanzar en la cadena de valor, lo que obstaculiza seriamente los intercambios económicos y comerciales normales y saludables.
Tales acciones no solo vulneran los derechos e intereses legítimos de las empresas chinas, sino que también afectan los intereses de las empresas de otros países, incluyendo las de los propios Estados Unidos.
Asimismo, las medidas tomadas constituyen una intimidación económica y tecnológica flagrante, así como una violación grave de las reglas del comercio internacional.
La industria de los semiconductores presenta una división global sofisticada del trabajo, que abarca el diseño, la fabricación, el embalaje y las pruebas. Durante las últimas décadas, Estados Unidos ha liderado la innovación industrial y el diseño, mientras que Asia, especialmente el Este de Asia, ha emergido como líder en la fabricación.
Esta globalización de la industria de los semiconductores está alineada con los principios fundamentales del desarrollo económico.
Sin embargo, los esfuerzos de desglobalización y el aumento de las tensiones geopolíticas han comenzado a cambiar algunas de dichas tendencias.
Aunque la administración del presidente Biden afirma que no tiene la intención de buscar la desvinculación de China, sigue imponiendo barreras a las exportaciones de chips al país. Estas acciones generan dudas sobre las palabras pronunciadas por la dirigencia política estadounidense, que parece reacia a cumplir lo que afirma.
Notablemente, el Departamento de Comercio de Estados Unidos ha intensificado el control de las exportaciones de semiconductores a China, y ha añadido un creciente número de entidades chinas a su "lista de control de exportaciones". La represión tecnológica contra China por parte de EE. UU. sigue intensificándose, incluso en las últimas semanas de la administración saliente de Biden.
Estratégicamente, Estados Unidos está intentando establecer una alianza internacional en las industrias de alta tecnología, la cual excluye a China. Tal estrategia está destinada al fracaso.
Según la Asociación Internacional de la Industria de Semiconductores, las ventas globales de equipos de fabricación de chips llegarán a 109.000 millones de dólares en 2024, de los cuales se espera que China ocupe más del 30 por ciento, lo que representa la mayor participación en el mercado.
Ante esa realidad y a pesar de la presión de Washington, los gigantes de la industria de los semiconductores como Intel y Micron Technology han desafiado la tendencia política al aumentar sus inversiones o expandir sus operaciones en China.
También ha habido un esfuerzo creciente por parte de las empresas estadounidenses para presionar a la Casa Blanca para que abandone su escalada política de contención de los chips dirigida a China, argumentando que la política comercial actual es contraproducente y tiene el efecto no deseado de dañar a las empresas de semiconductores de los propios EE. UU.
Bill Gates, cofundador de Microsoft, ha denunciado la "paranoia" que alimenta la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China. En ese sentido, ha manifestado que su país y China deben aprovechar las innovaciones mutuas en lugar de volverse el uno contra el otro.
Si la competencia es inevitable, obviamente es importante mantener una mente abierta. La competencia en la industria de los chips no solo se trata de la investigación y desarrollo científico y tecnológico, sino también de quién puede aprovechar mejor un sistema de cooperación internacional abierto, basado en las iniciativas de desarrollo científico y tecnológico, así como las dinámicas de mercado naturales. La carencia de una mente tan abierta perjudicará a los Estados Unidos a largo plazo.
El pensamiento hegemónico que intenta imponer confrontaciones geopolíticas en los campos económicos y tecnológicos resulta, sin duda, perjudicial. Por lo tanto, la contención y represión contra China por parte de Washington dañarán a todo el mundo, incluyendo a los mismos Estados Unidos.
Es la esperanza de todo actor sensato en la industria de los semiconductores, así como en la economía global, que Estados Unidos cambie de rumbo y vuelva a adoptar un ambiente industrial abierto.