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Liberar el potencial de la OCS para fomentar la seguridad y la prosperidad mundiales
La 23ª reunión del Consejo de Jefes de Estados Miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) se celebró el martes con la participación del presidente chino, Xi Jinping, que intervino por videoconferencia desde Beijing.
En su discurso, Xi afirmó que la OCS debe estar a la altura de los tiempos, tener presente su misión fundacional y mantenerse unida y coordinada para inyectar más certidumbre y energía positiva a la paz y el desarrollo mundiales.
En un mundo que se tambalea por la agitación, el desorden y la creciente inestabilidad, y plagado de incertidumbres y factores impredecibles, la reunión de la OCS, defensora del espíritu de la confianza y el beneficio mutuos, la equidad, la consulta, el respeto por las diversas civilizaciones y la búsqueda de un desarrollo común, brilla como un faro de esperanza para ayudar a sacar al mundo de sus apuros actuales.
Las altas expectativas depositadas en la OCS tienen que ver con su influencia cada vez mayor y su sobresaliente historia en el anclaje de la estabilidad regional y el fomento de la prosperidad global.
Desde su creación en Shanghai en 2001, la OCS se ha desarrollado pasando de ser un grupo regional con seis integrantes a una organización mundial con ocho miembros de pleno derecho, cuatro países observadores y 14 socios de diálogo.
El mundo ya se ha beneficiado de una OCS cada vez más fuerte, que se ha convertido en una fuerza constructiva en los asuntos internacionales, con un nuevo modelo de cooperación basado en la asociación y el diálogo, en lugar de la constitución de alianzas o la confrontación.
Al trascender las diferencias entre países en cuanto a ideologías, sistemas sociales y sendas de desarrollo, la OCS ha movilizado recursos y reunido una fuerza colectiva suficiente para abordar los desafíos comunes que enfrenta toda la humanidad, como el terrorismo, el narcotráfico, el delito cibernético y el crimen organizado transnacional.
El glorioso viaje de la OCS en las últimas dos décadas ha atestiguado inequívocamente el valor y la importancia de la organización.
Sin embargo, la sociedad, como la naturaleza, encuentra tanto días soleados como lluviosos en su desarrollo.
La sociedad actual está experimentando cambios acelerados rara vez vistos en un siglo. Los conflictos regionales están en su apogeo. La mentalidad de la Guerra Fría y la política de grupos están resurgiendo, al igual que el unilateralismo y el hegemonismo. La globalización económica también se ha topado con vientos en contra.
Un mundo más turbulento y entrelazado exige que la comunidad de la OCS sea más estrecha. Solo liberando aún más el potencial de la organización como una fuerza impulsora concertada en la búsqueda de la prosperidad común, la región y el mundo en su conjunto podrán estar mejor preparados para enfrentar los retos que se avecinan.
Con ese fin, es imperativo, en primer lugar, mejorar aún más la independencia estratégica y fomentar la confianza mutua. La injerencia de fuerzas externas se ha convertido en una amenaza inminente para la paz y la estabilidad regionales. La OCS debe protegerse contra los intentos de fuerzas externas de instigar "revoluciones de color" y oponerse conjuntamente a la interferencia en los asuntos internos de otros países bajo cualquier pretexto.
En segundo lugar, es necesario mantener la paz regional ampliando la cooperación en materia de seguridad. Y a través de la implementación de la Iniciativa para la Seguridad Global, los miembros de la OCS deben tomar medidas enérgicas contra el terrorismo, el separatismo, el extremismo, el tráfico de drogas y otros delitos organizados transnacionales.
Los países miembros también deben enfrentar de manera efectiva los desafíos en seguridad de datos, bioseguridad, seguridad del espacio exterior y otros ámbitos de la seguridad no convencional.
En tercer lugar, es de gran importancia promover el desarrollo interconectado defendiendo la apertura y la inclusión.
Se espera que los países miembros fortalezcan su cooperación en áreas como el comercio y la inversión, la construcción de infraestructura, la protección de las cadenas de suministro, la innovación científica y tecnológica y la inteligencia artificial, al tiempo que se oponen a cualquier acto que viole el orden económico internacional y las reglas del mercado.
En cuarto lugar, es importante defender el multilateralismo y construir un orden internacional más justo y equitativo.
En este sentido, los países miembros deben salvaguardar el sistema internacional centrado en la ONU y el orden internacional basado en el derecho internacional, rechazar el juego de suma cero y la política de bloques, abogar por el multilateralismo y mejorar la gobernanza global, al persistir en la equidad y la justicia.
China está dispuesta a trabajar junto con los miembros antiguos y nuevos de la familia de la OCS para fomentar el consenso, reforzar la cooperación y crear un futuro mejor para el continente euroasiático y el mundo en su conjunto con una comunidad de la OCS más estrecha.