La postura de México ante TikTok es normal en países que priorizan un clima empresarial justo

Ilustración: Chen Xia/GlobalTimes

El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, afirmó el lunes que su Gobierno no prohibirá la popular aplicación de vídeos cortos TikTok y resaltó que se le dará "total libertad" en el país, según Reuters. Estas declaraciones son dignas de elogio.

Las palabras de Obrador se produjeron tras una audiencia sobre TikTok celebrada la semana pasada en el Congreso de EE. UU. que fue manipulada políticamente con el único fin de tomar medidas enérgicas contra esta rentable empresa tecnológica, en un intento de preservar la supremacía tecnológica de Estados Unidos en medio del cada vez más competitivo mercado mundial. La audiencia mostró las intenciones hegemónicas del país norteamericano y resultó altamente intimidatoria contra una empresa privada. TikTok ha sido puesta repetidamente bajo la lupa, pero aún no hay pruebas públicas que demuestren que esta aplicación pueda suponer una amenaza para la seguridad nacional de ninguna nación. TikTok debe recibir un trato justo.

En la actualidad, las tecnologías digitales están a la vanguardia del desarrollo, ya que ofrecen a los países una oportunidad única de acelerar el crecimiento y conectar a los ciudadanos con los servicios y el empleo. Sin embargo, preocupa que el aumento de la brecha digital amenace con dejar a los países en desarrollo, especialmente a los menos desarrollados, aún más rezagados. Esto no significa que esas economías no puedan lograr un desarrollo acelerado en la economía digital, pero para ello es necesario que esos países, como mínimo, ofrezcan un entorno empresarial estable, justo, competitivo y "completamente libre" que anime a las principales empresas de Internet a invertir en él.

TikTok es una de las aplicaciones de redes sociales más populares del mundo y está disponible en más de 150 países y regiones, la mayoría economías en desarrollo. La intensificación de la competencia y el principio de mercado de la supervivencia del más fuerte pueden ayudar a crear un ecosistema digital dinámico que impulse su despegue económico, y, a la vez, esos mercados emergentes pueden proporcionar terreno fértil para que TikTok y otras empresas competitivas de internet crezcan y se desarrollen. Esta cooperación mutuamente beneficiosa no debe ser víctima de campañas absurdas ni del acoso económico de Washington.

Es una decisión absolutamente correcta por parte de México no prohibir la popular aplicación de vídeos cortos. En el contexto de una escalada de medidas enérgicas de Occidente contra TikTok, la noticia puede sorprender a quienes todavía están atrapados en una mentalidad de Guerra Fría y competencia estratégica de suma cero, pero no hay nada más normal en un país que realmente de prioridad a estimular el crecimiento económico y se comprometa a crear un entorno empresarial justo.

La posición de México sobre TikTok no debe politizarse ni usarse como arma entre grandes potencias. Un entorno empresarial abierto y justo para los inversores internacionales es una buena noticia no sólo para las empresas chinas, sino también para las estadounidenses y occidentales. Esperemos que la decisión de México haga efecto en otras economías y países de todo el mundo.

La decisión mexicana se suma a la evidencia de que China y otras economías emergentes, incluido el propio México, comparten un gran potencial de cooperación en campos como la economía digital, la tecnología de la información y la inteligencia artificial entre otros. Los hechos demuestran que muchos países emergentes no consideran la cooperación con China como un juego de suma cero en el que las empresas chinas arrebatan cuota de mercado. Antes al contrario, intentan maximizar las oportunidades económicas, el crecimiento y los puestos de trabajo que aporta la inversión extranjera procedente de países como China.

Por supuesto, esto no significa que las empresas chinas no vayan a encontrar dificultades en esos países emergentes, y el desarrollo de TikTok en México no será todo coser y cantar. Sin embargo, creemos que las dificultades pueden superarse siempre y cuando exista un ambiente de negocios abierto y justo para las empresas extranjeras.

En los últimos años, EE. UU. no ha parado de potenciar un estrecho nacionalismo tecnológico mediante el que aspira a alcanzar la hegemonía científica y tecnológica, haciendo caso omiso de las normas internacionales ampliamente reconocidas, y recurriendo repetidamente a medios políticos para reprimir a las empresas chinas de alta tecnología.

En este contexto, China y un gran número de países en desarrollo tienen un gran potencial para cooperar en alta tecnología e industrias emergentes. Y lo que es más importante, los intercambios pragmáticos y la cooperación son mutuamente beneficiosos y harán que todas las partes sean más competitivas en medio de la acalorada competencia mundial.