Chen Peixiang monitorea los signos vitales de un paciente. (Foto: China Daily)
Por William Xu
Chen Peixiang nunca había atendido a tantas personas mayores. Todos estaban infectados con COVID-19 y la mayoría no podía cuidarse a sí mismos. Necesitaban ayuda para lidiar con casi todos los aspectos de la vida: desde comer hasta ir al baño.
Esto es lo que enfrentaron los aproximadamente 300 miembros del equipo médico de la parte continental de China desde el 16 de marzo al llegar a Hong Kong. Trabajaron en el centro de tratamiento comunitario en el complejo Asia-World-Expo en la isla Chek Lap Kok. Allí, en medio de la quinta ola de COVID-19, atendieron a cientos de pacientes con Ómicron.
Chen tiene una gran experiencia en el trato con este tipo de pacientes. El hospital donde trabaja, el Tercer Hospital Afiliado de la Universidad Sun Yat-Sen de Guangzhou, provincia de Guangdong, está designado para tratar infecciones virales.
Sin embargo, la veterana enfermera a cargo destacó que la situación en el Asia-World-Expo era extremadamente desafiante.
Muchos de los pacientes ingresados en el centro de aislamiento tenían 80 años o más. Algunos tenían úlceras de decúbito por estar acostados durante demasiado tiempo, mientras que otros comenzaron con problemas de incontinencia.
Durante sus rondas diarias, Chen lidiaba con muchos casos de incontinencia fecal. Con la ayuda de otra enfermera, eliminaba excrementos sólidos o líquidos con un hisopo de algodón, e incluso con sus propias manos. Luego, aseaba al paciente y cambiaba sus sábanas. Después, los ayudaba a acostarse en una posición cómoda.
A veces, ayudar a los pacientes de esa manera le daba nuevas ideas. Por ejemplo, les sugería a los paciente un masaje abdominal profesional todos los días para ayudarlos a digerir mejor los alimentos, detalle que podría aliviar la afección.
Además de cuidar la salud física de los pacientes, el personal médico también ayudó a aliviar su estrés y ansiedad. Chen a menudo les explicaba sus condiciones de salud y respondía a cualquier inquietud que surgiera.
Los miembros del equipo trabajaron todo el día en turnos de cuatro a cinco horas. A veces, Chen trabajaba por turnos en las primeras horas de la mañana.
Una vez que ingresaron a las instalaciones vestidos con trajes protectores, los miembros del equipo trabajaban sin descanso hasta que terminaba el turno, porque no podían beber ni comer a mitad de jornada. Después del trabajo diario, eran transportados al hotel designado para descansar.
Gracias a los esfuerzos combinados de los trabajadores médicos de Hong Kong y de la parte continental de China, la ciudad contuvo su peor brote y muchos pacientes fueron dados de alta.
La mayoría de las personas que estaban bajo el cuidado de Chen no podían hablar. Sin embargo, ella asegura que podía entenderlos. En este sentido, guarda en su memoria la expresión de un paciente que su condición había mejorado gracias a la atención de los trabajadores de la salud.
Después, algunos pacientes enviaron tarjetas y canastas de flores para agradecer al personal, especialmente a aquellos que llegaron desde la parte continental de China.
Chen nunca había estado en Hong Kong. Cuando la pandemia sea vencida, espera traer a su familia de regreso para una visita en la que puedan disfrutar plenamente de los encantos de la ciudad.
Chen Peixiang
(Web editor: 吴思萱, Zhao Jian)
