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¿Por qué Estados Unidos no puede contener la epidemia de manera efectiva?

Pueblo en Línea  2020:06:01.13:44

Washington, 01/06/2020 (El Pueblo en Línea) -Debido a que Estados Unidos es el país con mayor número de casos de neumonía, algunos estadounidenses han comenzado a cuestionar los datos de China sobre casos confirmados y números de fallecidos. Al no entender, o no querer admitir, que China ha hecho un buen trabajo antiepidémico, en su lugar han tratado de difamar a China.

El secreto detrás de la prevención y el control epidémicos de China se puede ver desde la estatura de Edward Trudeau, pionero del control epidémico en Estados Unidos. El médico estadounidense señaló que las reuniones propagarán enfermedades y propuso que los pacientes se mantuvieran en cuarentena.

Esas sabias palabras de alguna manera han resonado con las medidas anti pandemia de China, específicamente en el desarrollo de nuevos medicamentos, alivio de los síntomas y el apoyo psicológico, como bien señala la séptima edición del manual emitido por la Comisión Nacional de Salud de China.

Los médicos chinos han intentado todos los medios posibles para tratar la enfermedad, incluida la medicina tradicional china, que desempeña un papel especial en el alivio de los síntomas y la reducción de la tasa de mortalidad.

Las terapias adyuvistas, llenas de características chinas como Taiji y Qigong, también han ayudado a combatir el nuevo virus cuando aún no hay medicamentos o vacunas disponibles.

Estos abordajes constituyen una pequeña parte de los esfuerzos anti epidémicos de China. El país ha explorado diversos temas desde la investigación clínica hasta el tratamiento médico, el diagnóstico, la medicina y la vacuna para combatir el nuevo coronavirus.

Más de 3.600 pacientes mayores de 80 años -incluidos al menos siete centenarios- han sido curados en la provincia de Hubei, antiguo epicentro del brote en China.

Mientras Dan Patrick, teniente gobernador de Texas, pidió a los ancianos de Estados Unidos que se sacrificaran por la economía, China ha reunido expertos y recursos para tratar a todos y cada uno de los pacientes, por lo que no debería sorprender a nadie que el país haya logrado contener la epidemia en tan poco tiempo.

Por otra parte, Estados Unidos, que desde el principio fue informado del nuevo coronavirus y es el país con las tecnologías más sofisticadas, sigue sumido en la pandemia debido a tres grandes errores en su respuesta.

El primer error, Estados Unidos estaba mal preparado para abordar esta enfermedad. Exigía que todos los pacientes confirmados en estado no crítico se quedaran en casa para observación médica y no los admitieron en los hospitales, mientras que algunos jóvenes acudieron a los servicios de urgencias de los hospitales sin usar máscaras, lo que llevó a un empeoramiento de la situación de la pandemia en un corto período de tiempo. En cierto modo, esto demuestra que en los últimos años Estados Unidos ha puesto la tecnología por encima de la atención médica.

Las estadísticas muestran que el número de camas hospitalarias (por cada 1.000 personas) en los Estados Unidos es de sólo 2,77, ocupando el puesto 32 en el mundo y quedando atrás año tras año; el número para China es de aproximadamente 4,34, continuando su rango más alto cada año.

Estados Unidos, que ha invertido mucho en tecnología de vanguardia, ocupa un bajo lugar en términos de atención sanitaria nacional general con respecto a otros países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Los ancianos, que sufren de una alta prevalencia de enfermedades básicas, y las minorías raciales, que enfrentan dificultades para acceder a la atención de salud, se han convertido en los grupos más vulnerables en medio del brote en Estados Unidos, padeciendo altas tasas de infección y mortalidad.

Esta injusticia es un reflejo de la política actual del gobierno de Estados Unidos de abolir la atención sanitaria universal y reducir el gasto en salud pública.

En segundo lugar, está claro que el gobierno de Estados Unidos manejó mal la pandemia. El 7 de enero, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos establecieron un sistema para el brote. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también afirmó que los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) comenzaron el 11 de enero a desarrollar una vacuna contra el COVID-19.

Sin embargo, parece que Estados Unidos todavía no ha hecho un buen trabajo con respecto al enfrentamiento al nuevo virus que había comenzado en marzo. Cada vez hay más pruebas que sugieren que el gobierno ha retrasado el proceso, ralentizando las acciones durante las primeras etapas.

Durante una audiencia sobre el brote, celebrada el 5 de febrero por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, tres testigos señalaron que imponer restricciones de viaje a China no bloquearía el virus y pidieron prevención y control a nivel comunitario. Estas sugerencias no fueron aceptadas.

Algunos políticos estadounidenses se autoconvencen de que el problema, en lugar del nuevo virus es el sistema chino. Esto los hace ignorar la experiencia de China y fracasar en contener la epidemia en su propio país.

El estallido en Estados Unidos golpeó duramente la idea del excepcionalismo estadounidense, siendo la retórica estadounidense del país única o superior al resto de países. Al comienzo del virus, problemas como unidades defectuosas de pruebas, un estricto control de las pruebas en las instituciones civiles y un alcance limitado de detección de contagiados oxidaron los esfuerzos de Estados Unidos para ofrecer una consistente respuesta a la epidemia.

El año pasado, los accidentes de aviones Boeing arruinó la credibilidad de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, ya que la agencia se desempeñó mal en el proceso regulatorio asociado. El mismo escenario ocurrió de nuevo, pero con los CDC de Estados Unidos, que vienen haciendo un mal trabajo en el control de la enfermedad.

Estos fiascos le recuerdan al mundo una escena clásica de la serie de televisión The Newsroom. ¿Por qué Estados Unidos es el país más grande del mundo?, le preguntan a Will McAvoy, el actor principal de la serie. McAvoy responde: "No lo es".

Hoy la situación sigue empeorando debido a que los responsables políticos estadounidenses ignoraron intencionalmente las repetidas advertencias que desde enero le llegaron desde el Departamento de Salud de Estados Unidos. De acuerdo a los medios estadounidenses, la Casa Blanca retrasó la emisión de una orden de bloqueo por temor a que el mercado de valores estadounidense cayera. De esta forma se perdió la "oportunidad de oro" para derrotar la enfermedad.

Y lo que ha sido peor: algunos altos funcionarios estadounidenses hicieron comentarios optimistas, aunque poco realistas, afirmando que los pacientes con COVID-19 se recuperarían muy pronto, que no había necesidad de ver a un médico y que el coronavirus desaparecería "milagrosamente" en el mes de abril. Estas afirmaciones, que carecen de evidencia científica, han desorientado y engañado a la población.

En tercer lugar, la discordia entre los principales políticos estadounidenses también juega un papel importante. En lugar de superar juntos las dificultades, el Partido Demócrata y el Partido Republicano han politizado la batalla contra la pandemia.

La administración estadounidense, encabezada por el Partido Republicano, desde su elección preferencial asignó insumos para la prevención epidémica. Nueva York, el estado más afectado de todo el país, sufrió la falta de apoyo porque tiene un gobierno demócrata.

Trump incluso alentó a los votantes conservadores de Michigan, estado clave para su reelección, a protestar contra las medidas asociadas al COVID-19 que estableció el gobernador demócrata Gretchen Whitmer.

La pandemia ha unido el destino de la humanidad. El gobierno de Estados Unidos pudo haber aprendido de la experiencia china en la contención del COVID-19. Sobre todo lo más importante: poner en primer lugar la vida y la salud de las personas, por encima del partidismo y la geopolítica.

Como afirmó el director de cine japonés Takeshi Kitano sobre el Gran Terremoto del Este de Japón, ocurrido el 11 de marzo del 2011, "Este no es un incidente en el que murieron 20.000 u 80.000 personas, son 20.000 incidentes donde una persona murió".

(Web editor: 周雨, Rosa Liu)

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