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El reconocimiento facial es una espada de doble filo

Pueblo en Línea  2019:09:09.14:00

[Foto: Shi Yu/China Daily]

Por Lu Zhian

Beijing, 09/09/2019 (El Pueblo en Línea) - Recientemente una aplicación llamada ZAO se popularizó porque les permite a los usuarios reemplazar los rostros de actores famosos por los suyos en escenas de series o películas conocidas. La “magia” se logra a través del uso de la inteligencia artificial y el reconocimiento facial.

Pocos días después de presentar la aplicación, el jefe de la empresa desarrolladora Momo fue convocado e interrogado por el Ministerio de Industria y Tecnología de la Información de China, indicándole su defectuoso contrato con los usuarios y los riesgos de fugas de datos. Cada vez hay más preocupaciones sobre el uso y la supervisión del uso de las tecnologías de reconocimiento facial.

De hecho, la Comisión Europea tiene previsto introducir un reglamento para "acabar con la vigilancia pública de los ciudadanos europeos", reveló el Financial Times. Este es el más reciente paso de la Unión Europea para salvaguardar los derechos humanos e imponer límites más estrictos a la aplicación de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y los macrodatos. El año pasado, la Unión Europea implementó su Reglamento General de Protección de Datos, y en abril publicó el proyecto de directrices éticas para la inteligencia artificial.

Cuando hablamos de reconocimiento facial nos referimos al proceso de identificación de una persona donde se compara su información biométrica verificable y única con el rostro que presenta a la cámara. A diferencia de otro proceso que implica información biométrica, el reconocimiento facial se puede instalar y utilizar fácilmente. Dado que se hace necesaria la interacción entre el usuario final y el sujeto identificado, las caras de las personas podrían ser capturadas e identificadas sin tener conocimiento, y mucho menos permiso.

Desde la clasificación de fotografías en teléfonos móviles hasta la certificación de seguridad, desde la identificación y seguimiento de criminales hasta el juego con la aplicación de intercambio facial, dicha tecnología se ha aplicado ampliamente en nuestra vida personal y social. Su uso, que ha aumentado varias veces de maneras sorprendentes y diferentes, ha hecho la vida más fácil y ha mejorado el orden social.

Como todo en tecnología, según el que recibe y administra la información de acuerdo a las regulaciones pertinentes, los resultados pueden ser positivos o negativos.

El uso indiscriminado y abusivo de la tecnología de reconocimiento facial sin el debido conocimiento pudiera llegar a ser una grave violación de los derechos básicos, la libertad y la seguridad de las personas; incluso podría representar una amenaza para el orden social. Como tal, es imperativo promulgar leyes y reglamentos específicos e integrales para promover su bienestar en la sociedad e impedir su uso irrazonable e ilegal.

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos de la Unión Europea, las Directrices de Ética para una inteligencia artificial fiable siguen siendo una ley suave, que ni siquiera es vinculante en lo jurídico. Frente al uso cada vez mayor de la tecnología de reconocimiento facial en los sectores empresariales y públicos, muchos países exploran formas de regular el uso y abuso de las aplicaciones de tecnología.

Con el fin de aumentar el bienestar general de las personas y facilitar el desarrollo de nuevas tecnologías, las instituciones de gestión pública tienen que desempeñar su debido papel en el establecimiento de un mecanismo razonable y eficiente de leyes y normas que detallen los derechos, responsabilidades e intereses de las diversas entidades.

De alguna manera, la legislación sobre tecnología de reconocimiento facial -subrama importante en la aplicación de la inteligencia artificial- podría convertirse en una piedra de toque en el intento de los países de regular y facilitar el desarrollo saludable de las nuevas tecnologías. Además, las medidas pioneras de la Unión Europea debería motivar a otros países, incluido China, a promulgar nuevas leyes y/o revisar las existentes para dirigir a la industria emergente en una dirección correcta que promueva el bien público.

Y, durante este proceso, los intereses de las organizaciones gubernamentales, de los individuos, de los empleados y las corporaciones de la industria deben reflejarse y equilibrarse para ayudar a promover la prosperidad común.

 

El autor es profesor asociado en la Escuela de Derecho de Fudan e investigador en el Centro de Investigación de Derechos Humanos de la Universidad de Fudan.

(Web editor: 吴思萱, 赵健)

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