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Los espacios abiertos también deben estar libres de humo

Pueblo en Línea  2019:07:12.15:51

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Por Yasef Ananda

Beijing, 12/07/2019 (El Pueblo en Línea) - Recientemente se anunció que, a partir del primero de agosto, en la ciudad costera Qinhuangdao, provincia de Hebei, además de mantenerse la prohibición de fumar en espacios cerrados como oficinas, restaurantes y transportes públicos, tampoco se podrán encender cigarros tradicionales o electrónicos en once tipos de espacios al aire libre, específicamente en aquellos clasificados como destinos turísticos, lugares concurridos o playas.

Esta nueva regulación, en franca sintonía con el plan "China saludable 2030", afirma su compromiso con el objetivo nacional de reducir a un 20 por ciento la tasa de tabaquismo entre personas mayores de 15 años. Debido a su enorme población, extensión territorial y la fuerte presencia de la industria tabacalera, este objetivo es todo un reto para China.

Desde el 2016, China -primer productor y consumidor de tabaco del orbe- acelera la implementación de políticas sociales y regulaciones para restarle fuerza al arraigado hábito de fumar. Para nadie es un secreto que el cigarro mata. Este letal vicio, que es la primera causa de muerte en el mundo, cerró el siglo XX con 100 millones de víctimas. Y los especialistas han señalado que a falta de nuevos mecanismos regulatorios, para el 2030 es probable que cercene la vida de 8 millones de personas cada año. De continuar esta tendencia, durante el siglo XXI por obra y gracia del tabaquismo podrían dejar de existir 1.000 millones de personas. En las Américas, el tabaco provoca un deceso cada 34 segundos. Y en España, de acuerdo a los últimos datos de la Encuesta sobre Alcohol y Drogas, el consumo ha aumentado alrededor de un 3 % respecto al 2015, especialmente entre los jóvenes, y ha subido un 34 % la cantidad de personas que fuman a diario.

A simple vista, la nueva prohibición de Qinhuangdao que restringe fumar en once tipos de espacios al aire libre podría interpretarse como un extrema radicalización de una campaña que pretende “arrinconar” a los ciudadanos o escamotearles su libre albedrío y derecho a llenarse de humo en cualquier circunstancia y lugar. No es así. Este nuevo ajuste que pronto entrará en vigor es un fundamental llamado de atención que aspira a defender la salud pública y educar al fumador para que perciba su entorno inmediato de forma más responsable y menos egoísta porque cada una de las muertes relacionadas con el consumo o la exposición al humo del tabaco son evitables.

Si unido a disminuir los niveles de contaminación atmosférica, la mejor manera de prevenir las enfermedades respiratorias y mejorar la salud pulmonar es evitar el consumo y la exposición al humo del tabaco. ¿Es coherente que multitudes fumen diariamente de forma pasiva, incluso aquellos que son menores de edad, sencillamente por coincidir en la misma área pública, compartir la misma playa o esperar un taxi frente al mismo edificio que ha elegido el “fraterno cacique”?

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La presencia de más de 4.700 sustancias nocivas en el humo de los derivados del tabaco hacen que esta adicción sea la causa de unas 50 enfermedades. Desde esta perspectiva ¿podría alguien considerar que el humo que exhala al aire libre en espacios públicos concurridos es “patrimonio de la humanidad”? Ese humo que “danza alegremente llevado por el viento” hasta los pulmones de los que jamás han fumado son desechos tóxicos que, bajo cualquier circunstancia de convivencia social, los no fumadores están obligados a respirar. ¿La nociva invasión de un individuo que ha decidido disfrutar sus caladas en el aire de todos... reafirma su libertad personal o es un torvo impulso que deteriora la salud de sus familiares y semejantes? Se podría argumentar que los impuestos cobrados por el Estado a la industria tabacalera y al propio actuante, recaudado en la compra minorista, también nutren las arcas de la salud pública. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud asegura que por cada dólar recaudado en impuestos a la industria del tabaco, se gastan 4,5 dólares para tratar enfermedades relacionadas con este mal hábito. Matemática simple. Queda claro que para el erario público, fumar no representa un buen negocio.

En este sentido, las nuevas y sistemáticas acciones que se llevan a cabo en las diversas ciudades chinas no sólo buscan que los fumadores abandonen el hábito o tomen consciencia de su errado proceder en colectividad, también aspiran a desalentar la iniciación de adolescentes y jóvenes. Ellos suelen comenzar a fumar para identificarse con los adultos que ven fumar en las calles, para relajarse en espacios de esparcimiento o debido a una curiosidad que es alentada y coronada gracias a la conveniente accesibilidad y módicos precios que tienen muchas marcas de cigarros en China. Al fragor de ese elusivo placer, debuta y avanza la nicotina, una de las sustancias capaces de volver adicto a cualquier ser humano.

Partiendo de un país con 300 millones de fumadores, de acuerdo a las estadísticas del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de China, el año pasado la tasa de tabaquismo de individuos mayores de 15 años bajó hasta un 26,6 por ciento (27,7 por ciento en el 2015) y la tasa de no fumadores expuestos al humo de fumadores activos disminuyó un 68,1 por ciento durante el 2018. Aunque, debido a la falta de rigor por parte de los administradores y la falta de exigencia de muchos clientes, los cibercafés, bares, clubes nocturnos y algunos restaurantes siguen siendo lugares vulnerables para el fumador pasivo.

No hay dudas que China seguirá trabajando para disminuir la cantidad de fumadores, minimizar el negativo impacto del tabaquismo en la calidad de vida de los ciudadanos y desalentar aquellos factores sociales que lo provocan como la marginalidad, la pobreza y la falta de información oportuna. Partiendo de que el salario mínimo nacional promedio entre el 2011 y el 2018 ha experimentado un incremento progresivo del 30% desde su valor inicial, tampoco sería descabellado aumentar el precio del tabaco para desalentar el consumo, mantener un estricto control sobre las siembras y reformular hacia nuevas vías los ingresos que provienen de esta industria. Se calcula que un aumento del precio en un 10% debería generar una reducción de la demanda de aproximadamente un 4% en los países de ingresos altos, y de entre un 4% y un 8% en los países de ingresos bajos y medios. También se hace imprescindible más apoyo, subvenciones y activismo en los programas educativos y en los tratamientos de aquellos individuos que manifiesten interés en superar el vicio de fumar.

Ante el avance en la transformación de patrones clave que tributen a la construcción de una sociedad modestamente próspera y a la revitalización de la nación, los fumadores deben asumir una actitud respetuosa y conciliadora con las nuevas regulaciones. De lo contrario, se convertirán en un foco permanente de tensión entre un desarrollo social colectivo que busca superar las malas prácticas de antaño y la mecánica imprudencia que lo hace siervo de su nocivo hábito.

Los beneficios de dejar de fumar empiezan desde el primer día. Para China, la nueva regulación de Qinhuangdao, aunque sea pequeña como una golondrina, sí hace verano. 

(Web editor: 赵健, Rosa Liu)

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