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Abuso arancelario de EEUU contra China es un callejón sin salida

Actualizado a las 07/07/2018 - 09:39
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BEIJING, 6 jul (Xinhua) -- Pese a oposiciones de empresarios chinos y estadounidenses, la Casa Blanca ha decidido seguir adelante con la imposición de aranceles punitivos contra las importaciones de China a partir del viernes.

Tal instrumento proteccionista afectará directamente a empresas en todo el mundo, incluyendo las de Estados Unidos, y no encaja con las reglas internacionales para solucionar problemas comerciales. Washington está sembrando semillas para su propia derrota.

El presidente estadounidense, Donald Trump, cree que el déficit comercial de su país es una prueba férrea de cómo China lleva "robando" al país norteamericano durante años.

Sin embargo, el superávit y el déficit no son los barómetros correctos para medir los lazos comerciales entre dos países.

Trump obvia el hecho de que el superávit comercial de China es un resultado natural de selección de mercado y una división internacional del empleo. Su administración ha hecho de China una cabeza de turco con la intención de engañar al público, cuando la realidad es que el déficit comercial estadounidense ha existido incluso antes de que el país comenzara el comercio a gran escala con China hace décadas.

La narrativa arancelaria de Trump tiene como propósito intimidar a otras naciones para maximizar su propia cuota de mercado y su ventaja estratégica aprovechando su dominio en las finanzas y la tecnología internacionales.

Pero el comportamiento aislacionista e irresponsable de Trump está sentenciado por la globalización. Quiera o no, la integración económica global, un proceso que entreteje los intereses e industrias de todos los países, acabará desmantelando la estrategia del presidente estadounidense.

Es probable que esto resulte en daños colaterales. Se espera que los consumidores estadounidenses tengan que pagar precios más altos por numerosos artículos ya que las empresas no podrán encontrar proveedores alternativos en un tiempo razonable. Cuando esto ocurra, la culpable será la política comercial de la Casa Blanca.

Los aranceles anularán los beneficios obtenidos por el público a raíz de las reformas de impuestos y la liberalización, y elevarán los costes de producción estadounidenses, perjudicarán la competitividad de las empresas y sus empleados, y obligarán a las compañías a buscar opciones fuera de Estados Unidos para mantener la producción.

El impulso de la Administración Trump de violar las reglas y normas comerciales mundiales afectará a los intereses fundamentales de Estados Unidos y acabará con sus propias aspiraciones comerciales.

El "resultado recíproco" sobre el comercio pretendido por Washington no se refiere a la reciprocidad general, se trata más bien de un pretexto de la Administración Trump para sofocar el desarrollo tecnológico de otros países.

Lo que también pueden esperar las industrias y agricultores estadounidenses es un mar de medidas en represalia por parte de otros países. Hasta el momento, los aranceles de Trump ya han provocado cerca de 90.000 millones de dólares en aranceles de represalia por parte de casi todos los principales socios comerciales de Estados Unidos.

China ha declarado que nunca se rendirá al chantaje o la coerción. Sería mejor que la Administración Trump deseche sus delirios.

Históricamente los aranceles unilaterales no han registrado éxitos. La intimidación comercial de Trump no va a ser la excepción.

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