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"El sol es un regalo": mexicanos y turistas reciben primavera en pirámide de Teotihuacán

Actualizado a las 22/03/2018 - 15:49
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MEXICO, 21 mar (Xinhua) -- En la cima de la Pirámide del Sol, a 65 metros de altura, Ana Laura extendió los brazos hacia el radiante astro rey, cerró los ojos y en su mente agradeció que la vida sea tan hermosa.

Como miles de personas, la citóloga de un hospital público subió este miércoles los más de 230 escalones de la pirámide emblema de la zona arqueológica de Teotihuacán, a 40 kilómetros al noreste de la Ciudad de México, para cargarse de energía solar ante la entrada de la primavera.

"La vida es una maravilla y el sol es un regalo divino, igual que las personas", expresó la empleada de 26 años, quien vestía de blanco y colgaba en su cuello dos pequeñas piedras de cuarzo a manera de amuleto.

Los mexicanos han hecho ya una tradición abarrotar los vestigios de la que hace casi 2.000 años fue la urbe más extensa de Mesoamérica durante el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, como una manera de sentirse renovados tras el fin del invierno.

Aunque este año la primavera llegó un día antes, la costumbre popular que tomó fuerza unas cuatro décadas atrás marca el 21 de marzo como la fecha para levantar las palmas hacia el sol desde la cima de la pirámide, cuya construcción data del siglo 3 d.C.

"La energía que cargas en este momento es para reencontrarte con la naturaleza y te dura, si tú quieres, tres días o tres meses", dijo Román Jiménez, un ingeniero jubilado que acumula una década visitando al "dios sol".

Ninguna institución u organización convoca a este ritual en el que predomina el uso de ropas blancas. La gente llega de distintos puntos del país atraída por el misticismo que rodea a Teotihuacán para cargarse de buenas vibras, agradecer o lanzar deseos al sol, que brilló en un cielo despejado la mayor parte de la jornada.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la autoridad de las zonas arqueológicas del país, estimó una afluencia de 15.000 a 20.000 visitantes a pesar de ser un día laboral; antes, entre domingo y martes, cerca de 130.000 personas llegaron a la "Ciudad de los Dioses".

Entre las miles de personas se contó a Carlos Díaz, un pensionado de 66 años que sube la pirámide cada 21 de marzo desde hace cinco décadas, cuando no era una moda visitar de blanco el monumento que antropólogos calculan que tardó 139 años en ser construido.

"Ojalá que todos lo que vengamos aquí pensemos positivamente y, los que no, que vengan a cargarse de energías positivas para dar una solución a tantos problemas que hay", comentó el hombre que llega con su familia cada año.

Virginie, una turista francesa de 39 años, contó que no podía desaprovechar la oportunidad de que viajaba por México para participar en la celebración de primavera en el sitio arqueológico, el cual ostenta el sello de ser el más visitado del país y patrimonio mundial de la Unesco.

Originaria del poblado de Saint Bresson, en el sur francés, la mujer decidió recorrer descalza la pirámide de piedra porque dice que así siente que está más conectada con la tierra.

"No entendemos todo lo que pasó aquí cuando alzamos la mano, pero es una cosa que el cuerpo sabe y que necesita para estar mejor, sanarse y ayudar a otros humanos", explicó Virginie.

Turistas originarios de Argentina, Bélgica, Colombia, Corea, Japón o Perú también se contaron entre los asistentes, varios de ellos cargando amuletos de cuarzo en forma de pirámide a los que se le atribuye almacenar y transmitir energía.

"Lo que se me ha venido en mente es que estuve como en una isla, aislado del mundo... en mi caso particular he pensado en mi persona, en mi familia, en mis padres y, sobre todo, en mis hijos", relató Ventura Mamani, un ingeniero industrial peruano que está en México por viaje de trabajo.

Cerca de donde el hombre de 50 años extendía los brazos al sol, un grupo de jóvenes colombianos que estudian de intercambio en universidades de la capital del país ondeaban alegres una bandera de su país y se tomaban la foto del recuerdo.

"Es un lugar lleno de energía y es lo que busco, lugares que me den ésta vibración hermosa que me sirve para continuar a lo largo del año cargada de esta energía. Me siento renovada", sintetizó, por su parte, Claudia Taha, una argentina de 50 años originaria de la provincia de Chubut.

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