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La llegada del Año Nuevo de una familia tibetana

Actualizado a las 01/03/2017 - 08:43
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A pesar de que los tibetanos están disfrutando de la semana de vacaciones por la llegada del Año Nuevo, Tse Dekyi, trabajadora de los servicios de aseo de Lhasa, la capital de la región autónoma del Tíbet, madrugó a limpiar las calles. A las 5:00 de la madrugada del domingo, ya estaba ocupada.

Ese día marcó la Noche Vieja del Año Nuevo Tibetano, que se conoce con el nombre de Losar. Los tibetanos tienen una forma muy tradicional de celebrar el nuevo año, que cayó el lunes este año, con rituales religiosos, oraciones, carreras de caballos, reuniones con familiares y banquetes.

El esposo de Tse Dekyi, Chosphel Nyima, de 66 años, también se levantó temprano el domingo. Como jefe del hogar, le correspondía subirse en una banqueta alta y retirar la ya desteñida tela de colores que adornaba el marco de la puerta para reemplazarla con otra nueva.

La tela, cosida con seda de cinco colores, es un símbolo de felicidad y buena fortuna utilizado para decorar las ventanas y puertas de las casas de esta región del suroeste de China.

El hogar de esta pareja de ancianos es una casa alquilada vieja en el centro de Lhasa. Con una superficie de apenas 30 metros cuadrados, fue aquí donde criaron a sus ocho hijas y cinco hijos. Hoy la familia es mucho más grande, incluye seis yernos y siete nietos y nietas.

Para la Noche Vieja, toda la familia se reunió. Pero antes de eso, al mediodía, Tse Dekyi corrió a casa para preparar una ofrenda.

Sobre el altar, acondicionado en la sala, colocó un pastel en forma de cabeza de oveja, una olla con cebada, dátiles, carne de res secada al aire, caramelos, nueces, mantequilla y azúcar moreno, los cuales tienen por objeto pedir por la prosperidad de la familia y el buen clima para las cosechas a lo largo del año que comienza.

En el idioma tibetano, la frase "cabeza de oveja" tiene un sonido similar al de "el comienzo del año". Por lo tanto, este es uno de los principales símbolos de la máxima festividad.

Chosphel Nyima cuenta que antiguamente en la región se utilizaban animales vivos para el sacrificio. Pero después de que el budismo se propagó por todo el Tíbet, estos fueron reemplazados por pasteles.

"Todas las familias plantan su propia cebada, y se cree que esta indica que tan buena será la cosecha en el año que viene", dice Chosphel Nyima. "Cuando yo era niño, mi familia era muy pobre y teníamos que preparar las ofrendas de Año Nuevo con varios meses de anticipación. Ahora, podemos comprar todo de una sola vez en el mercado", comenta.

Luego de almorzar, Tse Dekyi salió de nuevo a trabajar, y dejó a su esposo solo en casa para preparar el "Qiema", otra ofrenda que se hace con motivo de fiestas especiales. Se trata de una caja de madera rectangular de dos niveles que contiene cebada tostada y granos de trigo freídos. Tradicionalmente el plato es decorado con espigas de trigo y una figura de mantequilla que simboliza la cosecha del año que comienza.

"Siempre hacemos la decoración después de que los niños se van a dormir, de manera que no vayan a hacer travesuras.", dice Tse Dekyi.

Cada persona que les visita durante las vacaciones del Año Nuevo es invitada a ver el "Qiema". El visitante toma un puñado de los cereales y lo lanza al aire diciendo "Tashi Delek", que quiere decir "buena suerte". Posteriormente, el anfitrión brinda con el invitado para manifestar sus deseos de prosperidad para el nuevo año.

Después del banquete de la Noche Vieja, la familia entera se congrega frente al televisor para ver la Gala del Año Nuevo Tibetano.

Chosphel Nyima ha disfrutado una nueva reunión familiar por el Losar, y no duda en afirmar que su deseo para el año que acaba de comenzar es que todos tengan una vida mejor.

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