Por Belén García-Noblejas
Una tierra de verdes. Una tierra de azul. Una tierra de aroma, color y sabor. Así es Yunnan, gran jardín natural al sur de China, cuya fama resuena en la antigüedad de ciudades como Kunming, Shangri-La, Dali o Lijiang, en la serenidad de campos de arroz como los de Yuangyang, la majestuosidad de montañas como La Montaña del Dragón de Jade y el dramatismo de paisajes como el de la Garganta del Salto del Tigre. Una tierra cuya variedad y riqueza la componen ni más ni menos que 25 minorías étnicas, brindando a esta provincia una multiculturalidad excepcional.
Yunnan es una región que merece ser explorada con calma y sosiego, en detalle. Sin embargo, ofrece también alternativas que permiten degustar en pequeñas dosis algunas de sus mil delicias, deseando siempre repetir. No me refiero sólo a su gastronomía, exquisita, sino a todo un conjunto de maravillas para el capricho de los cinco sentidos.
Hermana pequeña de la cercana y reconocida Lijiang, Shuhe hace las delicias de los que buscamos la genuina tranquilidad de las aldeas más tradicionales. La madrugada y su ir y venir de sus paisanos se complementan con el replicar de los cascos de caballos sobre los adoquines de piedra y el vapor de las cestas de mimbre con grandes – inmensos - baozi (包子).
No es sorprendente que, en los límites del Himalaya, esta zona cuente con unas cadenas montañosas de impresión. Si el objetivo es realizar ejercicio al aire libre e impregnarse de paisaje natural, la ruta de la Garganta del Tigre es recomendable para aquellos que gocen de buena musculatura en su tren inferior. Absténganse, sin embargo, los que tengan vértigo acusado. Siendo el cañón de río más profundo del mundo, con escarpes de hasta 2000 metros de altura, esta ruta regala vistas sorprendentes que en algunos tramos invitan a prestar minuciosa atención a dónde se pisa.
Durante el camino es posible tomar contacto directo con miembros de la etnia minoritaria Naxi. La suya es una sociedad matriarcal, en la que las mujeres toman el liderazgo en la mayoría de los asuntos del día a día, y donde la herencia se transmite por línea femenina. Algunos pastores Naxi pasean a sus rebaños de cabras por esta ruta, cargando a sus espaldas una característica cesta de paja. Este itinerario ofrece así no sólo panorámicas increíbles, sino también experiencias culturales que nos acercan un poco más a los modos de vida en la zona.
La recompensa al esfuerzo termina de hacerse evidente disfrutando de un pan de Yunnan con mantequilla de yak mientras el sol desaparece tras los picos de las montañas. ¿El frío? Nada que una manta eléctrica no pueda solucionar. Debido a su cercanía con el Tíbet, es común encontrar locales especializados en cocina de la región. Después de dos días de montañismo, el cuerpo recibe de buena gana un plato de comida típica. Si la manta eléctrica no resultaba suficiente para los más frioleros, un copioso y humeante estofado (hotpot, 火锅) de carne de yak y verduras hará el resto del trabajo.
Cinco días en Yunnan son suficientes para satisfacer a los más sedientos de cultura, naturaleza, y deporte. Cinco días en Yunnan son suficientes para sembrar una semilla de curiosidad y admiración. Cinco días en Yunnan son suficientes para querer volver porque, en definitiva, cinco días no son suficientes.
(Web editor: Rosa Liu, Rocío Huang)