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| Hay que tener cuidado con los múltiples riesgos de la inversión en América Latina |
Por Fan Jianqing
Pekín, 24/12/2013(El Pueblo en Línea)- En agosto, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner asistió en concurso en el que otorgaron el proyecto hidroeléctrico por valor total de 4.000 millones de dólares a la empresa china CGGC, que establecerá una empresa conjunta con empresas locales de Argentina. En la primera mitad de noviembre, el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina visitó China con la intención de promover sus proyectos de inversión con otros ocho proyectos. El esfuerzo de Argentina fue un buen ejemplo de los países latinoamericanos que atraen inversiones chinas de todas las formas posibles.
Durante la última década, se ha producido una mejora del desarrollo económico de los países latinoamericanos. Sin embargo, a pesar del aumento de la exportación y consumo, la falta de infraestructura sigue siendo un problema primordial, lo que constituye una gran demanda de inversión. Por ejemplo, para México y Venezuela, existe un déficit de inversión en los ámbitos de prospección y explotación petrolera. Argentina sufre una escasez de gas natural y electricidad, ya que todos los años gasta la mayoría de sus ingresos de divisas en importación de energía. En cuanto a Brasil, los servicios de transporte se han quedado muy rezagados. El problema no sólo afecta a la integración económica del país, sino que también limita la capacidad de la exportación de productos básicos. Según las investigaciones, sólo en Brasil, la demanda de inversión en la construcción de infraestructura en la próxima década alcanzará los 2 billones de dólares.
No obstante, generalmente los países latinoamericanos sufren de escasez de capital y no pueden satisfacer la enorme demanda de construcción de infraestructura. Por lo tanto, están escatimando todo esfuerzo para atraer las inversiones extranjeras.
Tradicionalmente, las fuentes de inversiones en América Latina vienen de Estados Unidos y Europa. Sin embrago, desde que comenzara la crisis económica de 2008, se ha producido una caída obvia de las inversiones por parte de empresas de E.E.U.U y Europa en América Latina, mientras que la entrada y salida de capital especulativo que busca intereses de corto plazo perjudican a la estabilidad del mercado financiero de los países de América Latina. A mediados de este año, cuando Ben Bernanke, presidente de la Fed, dio la señal de terminar el proyecto de Flexibilización Cuantitativa, muchos capitales a corto plazo se retiraron del mercado latinoamericano provocando un período una devaluación de más del 20%. En este contexto, China se está convirtiendo rápidamente en un importante país de origen de las inversiones en América Latina. A partir de 2009, se produjo un rápido aumento de la inversión china en los países latinoamericanos cada año. El año pasado, la inversión no bancaria de China en América Latina alcanzó los 10.600 millones de dólares y se espera un mayor crecimiento en el año 2013.
A pesar de la buena perspectiva, los primeros inversores chinos en América Latina deben tener cuidado con los múltiples riesgos. Por ejemplo, existen riesgos políticos en algunos países latinoamericanos y las empresas chinas se enfrentan a la competencia de las empresas occidentales, entre las cuales, cabe prestar más atención a los riesgos de inversión.
Para los inversores estadounidenses y europeos, los países más atractivos en América Latina son países como Brasil y México. El primero cuenta con ricos recursos naturales y un enorme mercado de consumo interno, y el último ha establecido una serie de regulaciones económicas para proteger las inversiones extranjeras y aplica una política económica liberal. Además, expresan una voluntad relativamente alta de invertir en países que tienen un alto grado de apertura y una completa regulación de las inversiones, como en Chile. En términos relativos, la mayoría de las inversiones chinas se concentran en los llamados países ¨izquierdos¨ que tienen un historial de respetar la nacionalización de las empresas extranjeras. Por eso, debemos tener más cuidado para evitar los riesgos políticos.
Además, existen prácticas de proteccionismo en algunos países latinoamericanos. Por ejemplo en Brasil, no sólo se han establecido legislaciones para proteger a las empresas locales, sino que también cuentan con una de las leyes fiscales más complejas del mundo.
Por lo general, las empresas chinas están mejor financiadas y las empresas occidentales cuentan con una mejor experiencia en administración y prevalecen en algunos ámbitos tecnológicos. Ambas partes tienen sus propias ventajas y la presión competitiva para las empresas chinas siguen siendo muy grande.
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