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Para muchos, el sueño chino significa felicidad

Actualizado a las 09/09/2013 - 14:36
Una economía próspera por sí sola no siempre es suficiente, informa Wang Shanshan en Pekín.
Palabras clave:sueño chino
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Fuente: China Daily

Jessie Zhang es una recepcionista en una empresa multinacional en Pekín. Todos los días recibe unos 100 paquetes de entregas, la mayoría de ellos son las compras en internet de sus colegas.

“Cuando mis compañeros de trabajo vienen a recoger sus productos, puedo ver el brillo en sus ojos”, dijo. “Están siempre tan contentos”, agregó.

Los chinos son famosos por su pasión por las compras. Durante los siete días de la Fiesta de la Primavera en febrero, los turistas chinos en el extranjeros compraron bienes por el valor de 7.200 millones de dólares. Mientras tanto, los compradores chinos también son responsables por los dos tercios de las compras de bienes de lujo en Europa durante el mismo periodo.

Pero la felicidad de comprar es fugaz y rápidamente desaparece después de que uno viste por primera vez lo que compró y goza de ese momento de “mírenme” en la oficina, y la sensación de bienestar se sustituye por la ansiedad por la deuda en la tarjeta de crédito, de acuerdo con los psicólogos.

A mediad que China se vuelve más rica, ¿cómo pueden los chinos volverse más felices? El país es sin duda la segunda mayor economía del mundo, pero la felicidad de su gente es menos segura. A finales de 2012, una encuesta de Gallup en 37 países declaró que China es el décimo país más feliz del mundo, pero en abril del mismo año un informe de Naciones Unidas la puso en el puesto número 70.

En su discurso de noviembre sobre el “Sueño Chino”, el presidente Xi Jinping estableció los objetivos de “un país próspero, una nación rejuvenecida y un pueblo feliz”. En 2011, Wang Yang, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China, se comprometió a construir una “feliz Guangdong”, cuando era secretario del Partido en la provincia sureña.

Estudios psicológicos

Hay un claro límite en la medida en que las sociedades pueden volverse más felices a través del simple expediente del crecimiento económico, lo cual es una visión confirmada por una serie de estudios psicológicos y sociológicos de la felicidad realizados durante las últimas tres décadas.

Más bien, la prosperidad debe ser compartida de manera más uniforme y equitativa, y tiene que haber una mayor confianza social y una mayor confianza en el gobierno, menos corrupción en los círculos de negocios y funcionarios, menos valores materialistas, más libertad de elegir lo que uno quiere hacer con su vida, mejor educación para toda la población y un número de otros factores.

Las personas más felices pueden promover un mejor crecimiento económico. La felicidad en el trabajo es uno de las principales fuerzas impulsoras detrás de los resultados positivos en el lugar de trabajo, más que ser un resultado, como lo han demostrado ampliamente los estudios.

La determinación del pueblo chino para lograr la felicidad puede ser edificante.

Desde hace mucho ha habido una diferencia cultural entre Oriente y Occidente sobre la definición de la felicidad y los pensamientos tradicionales acerca de la emoción eran bastante apesadumbrados.

El antiguo concepto chino más cercano a la felicidad es, probeblemente, el de fu (福). Cuando el carácter fue inscrito en los huesos de oráculo de la dinastía Shang (siglos XVI a XI AEC), significaba “llenar una jarra de vino en el altar y dar sustento a un dios”, aunque según el diccionario Shuowen Jiezi o Explicación y Análisis de los Caracteres, de principios del siglo II, lo equiparaba a “adorar a un dios”.

Una definición mucho más mundana fue dada en el Shang Shu o Libro de los Documentos, una compilación de documentos históricos de antes de la dinastía Qin (221-206 AEC). En aquellos días, fu incluía conceptos como “longevidad, prosperidad, salud, paz, virtud y una muerte confortable”.

Confucio (551-479 AEC) no habló acerca de fu; de hecho, no hay ni una sola mención del concepto en El Libro de las Conversaciones, diálogos entre el gran sabio y sus discípulos, de acuerdo con Luo Lu, profesor de la Universidad Nacional de Taiwán en Taipei, en un estudio sobre la psicología popular.

El ritual, o li (礼), era mucho más valorado que la felicidad mundana. Como dictaba la tradición, incluso hoy en día los chinos suelen valorar una forma alternativa de sentirse satisfechos.

“Los deseos humanos pueden ser cumplidos mediante el impulso y esfuerzo persistente de uno mismo, cosas que son valoradas altamente en la cultura occidental; o los deseos pueden ser eliminados a través de una represión y un auto-cultivo aún más duros.

“Cuando se adopta un estilo de vida simple, la mente se despeja y un estado de ‘ausencia del deseo’ finalmente rompe el círculo vicioso de la reproducción de deseos, frustración y miseria”, escribió Luo.

En los estudios sobre el estado de ánimo, los participantes chinos a menudo informan un menor nivel de felicidad que los occidentales, dice Dong Yan, profesora asociada de psicología de la Universidad Renmin de China, en Pekín.

“Es raro que sean extremadamente felices y, si lo son, a menudo se preocupan de que algo malo pueda suceder después. La antigua idea de elegir el camino medio todavía ejerce una gran influencia en la mayoría de las personas”, dijo Dong.

En la vida cibernética, especialmente en las redes sociales, los chinos aparecen mucho más felices. Sin embargo, “a menudo puede ocurrir que cuando se escribe un rostro sonriente, la persona frente a la computadora no demuestra expresiones; es sólo cuando aparece un rostro con carcajadas, cuando quizás esboce una pequeña sonrisa”, dijo.

La diferencia existe porque los chinos piensan en sus sentimientos más en el contexto de las relaciones sociales y desean entretener a la gente con la que están hablando a través de internet, explicó.

“La paradoja de Easterlin”

Entender la mentalidad china es importante. A los ojos de los investigadores, China es un experimento en la vida real y en tiempo real en cómo enormes aumentos en los ingresos y cambios sociales drásticos afectan la felicidad de la gente. La escuela del “experimento chino” incluye a importantes psicólogos y economistas, como Richard Easterlin, un economista de la Universidad del Sur de California, y el premio Nobel Jeffrey Sachs, director del Earth Institute en la Universidad de Columbia.

La “paradoja de Easterlin” era una teoría dominante durante varias décadas. En un estudio de 1976 que utilizó datos recopilados en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial, Easterlin observó que los ricos son más felices que los pobres en cualquier momento dado. Sin embargo, con el tiempo, la sociedad en su conjunto no se hace más feliz a medida de que enriquece. Easterlin llegó a una conclusión similar sobre China en 2011.

En los últimos 10 años, la oposición a Easterlin ha crecido, apoyada por pruebas sólidas, pero muchos economistas y psicólogos coinciden en que, a medida que los países se desarrollan, las políticas diseñadas para aumentar el nivel general de felicidad debe apuntar a mucho más que sólo el crecimiento económico justo.

“El estatus psicológico personal en China ahora es similar al de Occidente después de la Segunda Guerra Mundial. La gente está constantemente buscando mayores ingresos, pero esa búsqueda en realidad reduce nuestro nivel de felicidad”, dijo Zhang Jiming, psicólogo de la Universidad Normal de Pekín.

Aunque es siempre lindo tener más dinero, el ansia de riqueza puede dañar la felicidad personal de uno, de acuerdo con un estudio influyente de 1976 en el que se pidió a miles de estudiantes de primer año en los EE.UU. acerca de la importancia que le conceden a la riqueza personal.

Unos 19 años más tarde, a la edad de 37 años, los antiguos estudiantes fueron entrevistados nuevamente. Los resultados indicaron que aquellos que se preocupaban más por el dinero eran menos felices con la vida en general y también con su vida familiar, amistades y empleo.

Sin embargo, el motor más importante de la paradoja de Easterlin es que las personas se comparan a sí mismos con quienes los rodean. Las personas son más felices cuando están por encima de otros en la escala social o de ingresos. Los neurólogos y psicólogos han demostrado en repetidas ocasiones que los individuos se comparan con un gran número de personas y es algo muy importante para ellos.

De acuerdo con la Encuesta Social General realizada en los EE.UU. entre 1975 y 2006, los televidentes regulares ven a tantas personas ricas en la televisión que subestiman sus propios ingresos y se sienten peor acerca de sus vidas.

Comparaciones

Verna Liang es un ejemplo excelente del flagelo de la comparación. El director de un bufete de abogados en Pekín siempre se siente torturado después de un día de charla con sus compañeros de trabajo -abogados de China y del extranjero que ganan mucho más dinero que ella.

“Cada día en el almuerzo hablan de invertir en propiedades en California, comprar villas en Shunyi (un suburbio popular de Pekín), o, por lo menos, enviar a sus hijos a escuelas internacionales. Mientras tanto, tengo que coger el autobús a casa”, dijo. Sin embargo, lleva un reloj Cartier.

La tendencia de hacer comparaciones aparece porque cada persona es, en cierto sentido, dos personas distintas. Los seres humanos constantemente re-evalúan sus vidas; periódicamente un lado de una persona se sienta y reflexiona, resumiendo los eventos de su vida hasta el presente, mientras que el otro lado experimenta la vida cotidiana. Una combinación de las dos afecta el estado de ánimo, los niveles de estrés y las habilidad de toma de decisiones, de acuerdo con algunas teorías psicológicas.

Sin embargo, en comparación con la igualad de ingresos, tener la misma oportunidad para perseguir un mejor ingreso es más importante cuando se trata de la felicidad personal. “La gente odia la desigualdad mucho más cuando piensan que es injusto”, según el primer Informe sobre la Felicidad Mundial de la ONU, publicado en abril de 2012.

Alrededor del 70 por ciento de los ciudadanos estadounidenses cree que los pobres tienen una oportunidad de escapar de la pobreza, en comparación con sólo el 40 por ciento de los europeos. Mientras que la creencia hace que los estadounidenses parezcan más felices, los datos también indican un mayor grado de movilidad social intergeneracional en Europa, según el informe.

Para crear una igualdad de oportunidades, uno de los primeros pasos que puede tomar un gobierno es proporcionar una mejor educación para toda la población, lo que ayuda a reducir la tensión social y, en consecuencia, promueve un mayor grado de felicidad general, señaló el informe.

Prueba de la “cartera perdida”

La gente tiene una necesidad psicológica de un alto nivel de confianza en la sociedad, no sólo entre los ciudadanos, sino también en las instituciones como el gobierno, dijo Lin Guirui, profesor de psicología en la Universidad Normal de la Capital en Pekín.

La necesidad humana de confianza fue confirmada por el experimento de la “cartera perdida”, realizado por Reader’s Digest Europa en 1996, cuando 10 carteras con una pequeña cantidad de dinero, junto con los datos de contacto de los “dueños”, se dejaron caer al azar en 20 ciudades de 14 países europeos y también en 12 ciudades de Estados Unidos.

El número de carteras devueltas con el contenido intacto indicó una fuerte correlación entre la confianza social nacional e individual de satisfacción personal. Los investigadores de psicología han repetido el experimento a menudo.

“La gente necesita un gobierno limpio en el que puede confiar, una comunidad en la que pueden confiar en sus amigos, vecinos y extraños. Amor y pertenencia vienen sólo después de las necesidades básicas psicológicas y de seguridad, y la gente tiene miedo de sentirse sola”, dijo Lin.

“La soledad es el sentimiento que los seres humanos menos soportan. Cuando hablamos de cómo podemos ser felices, debemos observar el asunto desde ambos lados de la moneda”, concluyó.

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