Un 91 por ciento de los 120 diputados nacionales de Chile buscará reelegirse al Congreso en los comicios generales de noviembre de 2013, aun cuando el esquema merme el interés de los electores en el proceso.
Según una reciente encuesta entre los miembros de la Cámara Baja, sólo ocho diputados han decidido retirarse definitivamente del Parlamento tras cumplir como promedio 20 años en el cargo.
Se trata de Jorge Burgos y Gabriel Ascencio, de la opositora Democracia Cristiana; Patricio Hales y Ximena Vidal del opositor Partido por la Democracia (PPD); Sergio Aguiló, de Izquierda Ciudadana; y los derechistas María Angélica Cristi, Eugenio Bauer y Roberto Delmastro.
Otros 13 diputados indicaron que no volverán a postular a la Cámara baja, pero sí buscarán ser reelegidos para ocupar un puesto en el Senado.
Las cifras no difieren mucho del resultado de las elecciones celebradas desde el retorno a la democracia en 1990, cuando resulta habitual que sólo un tercio de la Cámara se renueve.
Las próximas elecciones parlamentarias se prevén el 17 de noviembre del 2013, una jornada que coincidirá con las presidenciales. Serán electos todos los diputados y una tercera parte de los 38 senadores.
En Chile, no se limitan los períodos de los legisladores. Este año se presentó al Congreso un proyecto de ley que limita la reelección de parlamentarios y que prevé que los diputados sólo podrán postular dos veces y los senadores una vez.
De aprobarse la nueva iniciativa, ésta comenzaría a regir en las elecciones del 2017 y como "no hay efecto retroactivo", podrían postularse los que llevan cuatro o más períodos en la Cámara Baja y 16 o más años en el Senado.
A largo plazo, limitaría la reelección de los parlamentarios y podría terminar con "los vitalicios" del Congreso Nacional, los casos de senadores y diputados que elección tras elección permanecen en sus cargos.
El salario mensual de un diputado ronda los 5 millones de pesos chilenos (unos 10.000 dólares) y los senadores obtienen unos 15 millones (unos 30.000 dólares), que crece por el pago de viáticos y viajes al extranjero.
"No quiero postularme como si nada ocurriera. Ocho millones de personas no quieren votar. Siento que en cada reelección legitimo el sistema electoral binominal. Eso me acerca al conformismo institucional y aleja la política del interés de los ciudadanos", dijo Patricio Hales, al anunciar su decisión de no competir nuevamente.
Hales aludió la reciente elección para alcaldes y concejales, donde hubo una abstención del 57 por ciento de votantes. En estos comicios comenzó a regir la nueva ley sobre inscripción obligatoria en el Registro Electoral y el voto voluntario.
Hales sostuvo que "un nuevo millón de personas se desencantó en la última elección. Sienten que su voto no sirve para lograr los cambios que Chile necesita. Que la Constitución y sus leyes nos impiden lograr lo que prometemos".
Agregó que "nuestras reelecciones con el sistema electoral binominal se ven como un vicio de poder de dos grandes coaliciones que marginan a las minorías políticas y a las mayorías sin partido".
Este sistema, establecido con base en la Constitución de 1980, que promulgó el régimen militar, sólo ha favorecido a la derechista Alianza por Chile, hoy en el gobierno, y a la opositora Concertación, de centroizquierda, que gobernó entre 1990 y 2010.
Según Carlos Ominami, ex senador socialista, Hales "se hace cargo de la grave situación que enfrenta el parlamento chileno, y sería bueno que pueda remover conciencias y se abra una discusión acerca de cómo, en serio, se represtigia la política y la función parlamentaria".
A su juicio, esas son "condiciones fundamentales para que se recomponga la relación entre las instituciones y el mundo social".
Ominami añadió que si otros parlamentarios siguieran el ejemplo de Hales se podría desarrollar un debate más profundo sobre el significado y la forma de enfrentar la elección parlamentaria de noviembre del 2013.
De acuerdo con expertos, lo peor del sistema electoral binominal es que aun cuando hay dos fuerzas con respaldos electorales muy disímiles, una con 66 y otra con 34 por ciento de los votos, sobreviene un empate en el número de asientos en el Congreso.
Este sistema dificulta la competencia, hace muy difícil la emergencia de fuerzas políticas, tanto al interior o al margen de los actuales partidos, y de cierta forma restringe el derecho de los votantes a elegir, limitándolos a la función de ratificar o rechazar las propuestas de las directivas partidarias.
Asimismo, facilita un alto grado de manipulación al permitir asignar representaciones seguras sobre la base de llevar en la lista a un candidato único o acompañado por uno muy débil, como ocurrió en 1997 con la derecha política en siete de las nueve elecciones senatoriales.
La limitación a dos cupos por coalición en cada lista hace muy difícil que emerjan candidaturas nuevas, al tiempo que da a los incumbentes un privilegio casi absoluto para ser incorporados a las listas.
Sin embargo, el cambio del esquema electoral no parece posible por ahora en Chile, pues la historia indica que un parlamento rara vez cambia el sistema con el que fue elegido.
En la derecha política y aún en la Concertación, abundan los parlamentarios que se sienten cómodos con la fórmula binominal y que encuentran en él una seguridad para mantener sus cargos con una menor competencia.
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