Sentados en pequeñas sillas de plástico, cajones de madera, guarniciones (banquetas), y los más a pie, los asistentes al defile del 16 de septiembre esperaron pacientemente el inicio del evento.
De pronto, cuatro aviones de guerra tipo PC-7 de la Fuerza Aérea Mexicana irrumpieron a lo lejos el cielo citadino, casi sin dar tiempo a ser observados con detenimiento por el público que espera ansioso el paso de los primeros contingentes.