Por ello la visión compartida por Beijing y Washington sobre un nuevo modelo de relaciones entre grandes potencias, que sirve como un faro para guiar el desarrollo de las relaciones bilaterales, responde a los intereses no solamente de los dos países, sino de todo el mundo.
La confianza ya no es una barrera. Dado el rápido ritmo de la globalización económica y la creciente necesidad de que los participantes globales trabajen juntos, China y Estados Unidos deben y pueden evitar la llamada tragedia de la política de grandes potencias y proclamar un nuevo camino de las relaciones internacionales.
Después de años de cooperación, los intereses nacionales de China y de Estados Unidos se han imbricado cada vez más, y se ha enraizado una fuerte interdependencia entre ambos, las dos mayores economías del mundo.