Por Xi Wei
Pekín, 29/01/2013(El Pueblo en Línea)--La migración anual del Festival de la Primavera (conocida en chino como “desplazamiento de la primavera” o “chunyun”) ha sido considerada durante mucho tiempo la mayor migración masiva en el mundo. No sólo es conocida por la enorme cantidad de gente o el contraste frente a la experiencia de viaje de los occidentales ricos cuando van de vacaciones. Cada vez es más conocida por la lucha que significa el mero hecho de comprar un billete, pues es una verdadera carrera contra el tiempo.
La gran mayoría de estos viajeros son trabajadores migrantes. Ellos son los principales “combatientes” y sus historias durante este periodo, hasta cierto punto, encapsulan la sociedad china actual. El director taiwanés Teng Yung-Shing ha capturado este punto en su nueva película Billete de regreso.
Trama
Después de la quiebra de su pequeña tienda de ropa en Guangzhou, Cao Li vuelve adonde comenzó su carrera en Shanghai. La vida en la metrópolis ultra-competitiva es difícil, y la antigua ciudad natal se convierte en el único lugar donde ella y algunos viejos amigos pueden encontrar consuelo. A pesar de su antigua casa en Fuyang, provincia de Anhui, está a tan sólo 300 kilómetros de distancia, sólo puede volver una vez al año durante el Festival de la Primavera.
Fin de año está cerca, pero como de costumbre, a los trabajadores migrantes de Fuyang les resulta difícil conseguir un billete de vuelta. Gou Ge, un hombre con un espíritu emprendedor, consigue un autobús de un depósito de chatarra. Cree que puede vender billetes de vuelta a los viajeros desesperados y hacerse una pequeña fortuna. Entonces, junto con Cao Li, engaña a la gente para viajar en su autobús destartalado.
No es lo que se podría imaginar
La primera vez que oí hablar de la película, pensé que hablaba de todas las dificultades que deben enfrentar los trabajadores migrantes en su intento de conseguir billetes de tren. Pero Teng observa el fenómeno desde ángulos diferentes: hay escenas con personas que llevan un montón de equipaje o esperan durante horas en una larga cola. Sólo a través de diálogo informal el público se entera de lo difícil que es conseguir un pasaje o pagar extra a un revendedor.
Teng utiliza una gran parte de la película para mostrar cómo los trabajadores de Fuyang duermen en dormitorios viejos, pequeños y lúgubres mientras trabajan en el estrato más bajo de la sociedad. Estos limpiadores, camareros y trabajadores ocasionales hacen todo lo posible para ahorrar hasta el último centavo y enviárselo a sus hijos y a sus padres en casa. Mientras tanto, no son aceptados por la población local y son despreciados con frecuencia.
Irse para volver
De acuerdo con un informe de v.ifeng.com, la idea detrás Billete de regreso viene de un artículo que Teng leyó en un periódico: un grupo de empleados de mediana edad de Anhui querían volver a casa para el Año Nuevo, pero como no podían comprar billetes, consiguieron un viejo autobús y volvieron por su propia cuenta.
Teng quedó muy impresionado por la lucha de este grupo, por lo que comenzó a rodar un documental sobre su historia.
“Algunos de los personajes de la película son mujeres migrantes reales”, dijo Teng en una entrevista con Broadway Cinema. “Al principio, tenían miedo de las cámaras, pero después de siete u ocho meses, se acostumbraron a ellas y podíamos filmar en cualquier momento”, agregó.
Debido a la naturaleza de su trabajo, Teng ha pasado años fuera de casa y descubrió que tenía sentimientos similares a los de las mujeres migrantes. El propio dolor de Teng se expresa a través del personaje Cao Li: cuando el hogar está allí, Cao no quiere volver, pero cuando finalmente regresa, el hogar ya no está allí.
En el cartel de la película hay una frase que resuena en los corazones de muchos espectadores: “Para volver a casa, primero hay que irse”